Diciembre.
49~
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re nuestros a tares, en nuestra mano
esta
e adorarlt:
allí
con la misma fe que los pastores.
El
estado en
que está en el pesebre
no es
mas
lruu1i:Ha.;.Jt.
,
que el
estado en qúe está en la Eucaristía;
el
mismo
Salvá–
dor , el mismo Dios es realmente en
una
parte que
otra ;
~pero
nuestro respeto, nuestro amor,
y
nues–
tros homenages soa semejantes
á
los que
l~ tributa~
ron los
pastores~
-
PUNTO SEGUNDO.
r
C
onsidera qual sería nuestro pasmo'
si
los pasto–
res, que tuvieron la dicha de adorar
á
Jesu–
Christo en el pesebre , no hubieran vuelto mejores de
lo que fueron;
y
si habiendole visto no
le
hubieran
amado ;
~y
debemos n sotros ·estár menos sorpren–
didos , de que habiendo meditado este mistetio ,
no
amémos
á
Jesu-Christo
~
NGsotros no le vemos, se
dice, sino por fe;
~y
pensamos
que
los pastores
tu'
vieron necesidad de menor
fe,
para creer que un
NP.
ñ
en tan miserable estado fuese
su
Dios, fuese el
Mesías~
tnuestra
fe
sostenida con tantos prodigios
y
con tan poderosos motivos de credibilidad, no mu–
dará jamás nuestro
corazon~
¡qué
conduéla
tan ado–
rable
la
de la providencia! entre todos
lps
foraste–
ros que llegaron
á
Belén, no hay uno que no esté
bien alojado; de sola María no se hace caso, sola la
Madre de Dios no es digna de hallar hospedage. Sin
embargo,
~habia
sobre la tierra una criatura mas res–
petable?
no
por cierto; pero tampoco habia otra
mas
santa; y las adversidades
y
los desprecios son
e11
el mundo
la
suerte
y
la herencia
d~
la
virtud.
El
Sal-
va..