DEVOTOS.
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y
la
Santísima
~'irgen.
Conociendo esta divina Ma- Día XXV.
- dre que se acercaba
su
término , busca una posada_,
pero
ilnhilm...
,,...,-,-pu el
gr.a.n
concurso de gentes que
de
~das
partes" habían acudido
á
Belén; los _aloja–
mientos se reservan para mas ricos .huespedes.
¡O
Salvador mio, quélemprano comenzais
á
combatir
y
á
confundir la delicadeza
y
el orgullo! En un establo,
en el lugar mas pobre
y
mas vil del Universo nace
el
Soberano Señor de todo el mundo. ¡Qué espeétá–
culo mas digno de admiracion
y
de pasmo! ¡un Dios
Niño,
y
este Niño que es Dio·s, reclinado en un
pese~
bre ! ¡Ah, Señor , despues
de
e~tos
exemplos , qué
idea se debe formar de la pobreza!
¡y
quién
puede
quejarse con razern de su suerte ; viendo
á
Jesu–
Christh
e~
este estado!
~Pero
quáles fueron en este.
felíz .momento fos sentimientos de aquella Santísima
Madre~
mas iristrnída que nadie de las adorables
prendas de su querido
Hijo
,
no puede explicar su
amo~,
su admiracion su ternura, sino con su silencio.
¡Qué sentiglientos qué afcélos
,.á
vista de aquel pese-·
lire., de aquellos viles an imales, de aquel establo, de
aquella falta
y
abaQdono universal de wdo!
~Es
esta,
Padre Eterno,
la
cuna que habei.s destinado
á
vuestro
Hijo
muy
amado~ ~Es
este su palacio'?
~son
estas las
ínsjgnias de su
persona~
Pero
á
l@ menos
:
t
quáles
son
nuestros homenages'? Este divino Niño no estu–
vo
mucho tiempo sin recibirlos. Sus
Angele~
tienen
<>rden de
irá
dar aviso de su Nacimiento
á
unos po–
bres.pastores. Dichosos adoradores del Salvado r
Ni~
ño,
¡qué·envidiable es vuestra súerte
!
~pero
en qué
consiste, que
no
tengamos nosotros la misma di haf
Jesu-Christo nace;
por
decirlo así,,todos los
dias so-
bre