DEVOTOS.
415
c1endoles: la paz sea con vosotros; yo soy; no
te-
D'ia XXI.
mais ,; y porque muchos creían que era una fantasma
lo que veian, les consoló piaravillosarnente asegu-
randoles que era
él;
pero los reprehendió , y con ra-
zon, por su demasiada inquietud
y
sus vanas con–
testaciones sobre su persona, las que denotaban una
fe
débil
y
vacilante ; despues de esto les mostró las
llagas de
sus
manos , de sus pies y de su costado,
como diciendoles , que las miráran de cerca , y -las
tocára n. Finalmente , queriendo acabar de conven-
cerlos , les preguntó si tenían alguna cosa que co-
mer. Al instante
le
presentaron un pedazo de pez
a sado , y un panal de miel ;
y
habiendo comido de
uno y otro , no solo derramó en sus corazones
la
paz y el gozo? sino que tarnbien los colmó de sus
mayores gracias.
T
más fue el único
que
no tuvo parte en todos
estos favores, por haber estado ausente; habiendo
dispuest
1a
Providencia esta ausencia para darnos
e
n m tfr de su incredulidad la prueba
~as
visi–
ble
y
mas incontestable de la resureccion del Salva–
dor,
y
para curar , por decirlo así, con la vista
y
el taét de sus llagas sacrosantas, las que nuestra po-.
ca
fe
habia de hacer en nuestras almas. Habiendo
venido e te AfÓstol adonde estaban los demás, ha..
116
á
t
da la a ambléa
llena de gozo ; le contaron
e m el al ad r se les habia aparecido con su
cuer..
resucita
y
v ivo·
lo
que les había dicho ,
como
h abla e mid
e n ell s,
y
e
n
qué benignidad les
b abia mostrad sus sagradas llagas. Tomás dixo des–
de luego , que nada creía · como
aquello~
que no pue–
den
persuadirse ser
cierto lo que
desean con
ansi~,
f