DEVOTOS.
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no de confianza en Dios, se ofreció
á
llevarla él so- ;Dia
YKI..
lo , si el
.Rey
queria darseia para su Iglesia ;
consin~
tió
en ello el Monarca,
y
todo el pueblo corrió
á
ver el prodigio que obraba el Santo , quien habien-
do atado la punta de su correa
á
uno de los ncrdos ,
y
hecho la señal de
la
Cruz, conduxo la viga, co- _
mo si fuera una paj a. Atónito el
Rey
al ver
es~e
pro-
digio , se convirtió eon toda su fa milia
y
muchos. de
sus vasallos. El santo Apóstol
e~ificó
la Iglesia,
y
levantó.sobre una gruesa piedra una Cruz, que se-
gun se dice, se ve todavía
el
día de hoy. Se añade,
qu1;;
predixo entonces, que quando
la
mar, que esta-
ba
muy
di stante de alli, llegaría hasta .aquella pie- .
dra, un
s
hombres Apostólicos irían de la Europa
á
anunciarles la misma religion que él les predicaba;
lo
que
se verificó
á
mitad del siglo decimo sexto,
en
los Misioneros que la piedad Portuguesa conduxo
desde nuestros climas
á
aquellos países.
Tantas maravillas hicieron triunfar bien pronto
la religion christiana en todo
el
paí ,
y
establecerse
la Iglesi.i sobre las ruinas de la idolatría ; lo qbal ir–
ritó
á
los Sacerdotes de
lqs
!dolos contra el San to;
y
aceleró su martirio. Habiendo
obs~rvádo l o~
Brac–
manes, que Santo Tomás iba todos los días
á
hacer
oracion a l pie de. la Cruz, se arroj aron sobre él , le
pisaron, le
maltrataron
á
golpes ,
y
le
atravesaron
con muchas lanzadas. Así acabó su
la rga
y
laborio...
sa carrera este grande Apóstol, despues de un pro–
digioso número de traba.íos , padecidos por Jesu–
Chri&o en tantos _y
dn
diversos países, los que su-
ponen una vida muy
larga.
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El año r 5
2
3 habiendose ·. apo:derado los
Portu~
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