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EXERCICIOS
J)iciembre.
Comenzaron descargando sobre su tierno
y
de-
licado cuerpo una tempestad de golpes con látigos
armados de plomo, los que bien pronto hicieron una
llaga de todo
él.
Corriendo la sangre
á
arroyos por
todas partes, echaron sobre 1as heridas aceyte hir–
viendo. El gozo y el aliento con que sufrió estas pri–
meras pruebas,hicieron conocer fác.ilmente que aquel,
por cuya causa padecía , la comunicaba unas fuerzas
sobrenaturales;
y
quedaron enteramente convencidos
de ser así , quando de este tormento se pasó á otros
suplicios,
y
se aplicaron hachas encendidas
á
los cos–
tados,
y
sobre el estómago. De parte de nuestra.San–
ta todo era bendiciones, alabanzas y acciones de gra–
cias
á
Dios. Su constancia en medio de tan crueles
suplicios irritó tanto la inhumanidad del Juez y de
los verdugos , que despues de haberla dislocado to–
dos los miembros con una cruel tortura , la rasga–
ron todo el cuerpo hasta los huesos con uñas de
hierro muy puntiagudas. Durante este horrible tor–
mento,no cesaba la Santa de dar gracias áJesu-Chris–
to porgue la 'daba alguna parte en sus
sufrimi~ntos.
Hasta aquí había tenido los ojos levantados al Cie–
lo; ahora mirando tod0 su cuerpo rasgado , y co–
mo grabado
á
buríl con las puntas del
hierro,
que no
habían dexado en su cuerpo parage alguno sin su he–
rida, exclamó: ved aqui, Divino Salvador mio, unos
caraétéres que me hacen un resúmen _de tu Pasion,
y
que dicen que soy al presente esposa tuya ; acaba
por tu misericordia de hacer mi alma menos indig–
na de tal Esposo. Viendo los verdugos que ninguna
cosa podia alterar su gozo y su tranquilidad , ni de–
bilitar su constancia, tomaron la bárbara resolucion
de quemarla viva. Encendieron para ello una gran-:-
de