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DEVOTOS.

Dios puede hacer. Pero

lo

que sobrepuja mi

razon,

DiaX.

lo

que altera

y

remueve todo mi espíritu, es que cre-

yendo verdaderamente que Dios ha hecho en ·mi

fa-

vor

este prodigig , no tenga

ni

experimente en

mas que una mediana hambre de este divino alimen-·

to, que me sea insípido y desagradable ';

este

es· un

misterio de iniquidad 'que yo no puedo comprehen-

der.

No podeis,

dice- el Apóstol,

tener parte en la

mesa del Señor y en la de los demonios; ni participar

del sacrificio del ·Cuerpo

y

Sangre de ]esu-Christo;

y

asistir despues

á

las concurrenc_ias mundanas don-

de se sacrifica

at

demonio d.e la gula

y

de ta impu-

r-eza

;

No pJdeis

ir

á

nuestros Templos

á

comer

et;

Cordero sin m{l;ncha,y no salir de ellos sino para har.i

taros de las v iandar-de Egipto.

Esto es en efeéto

pa~

sar de la mesa

del

Senor

á

la mesa de

los

demonios.

Haber un Christiano gustado solamente las viandas

sacrificadas

á

los Idolos, se miraba

como

una apos-

tasía;

y

la Iglesia ha arrojado siempre de sí

estos·

escandalosos apóstatas. ¿, Qué debemos pensar noso-

tros de aquellos, que despues de haber participado

por

la manana

de la mesa del Señor , se encuentran

·por la tarde en el banquete, por decirlo así, que

apareja

el

demonio

á_sus sequaces

en

los espeélácu.-.

los

y

en

las concurrencias

profanas~

&

A

quién

no

al~

teran

y

remueven,

'Dios

mio,

estas contradicciohes

de

conduét:a

y

de

creencia~

Escoged, Christianos,

ó

las delicias que

se

gustan en

la

mesa

del

Señor ,

Ó

las que se esperan gustar en la mesa del

demoni<>'.

¿,Pero

se puede

balancear

un punto entre un

amigo

tierno

qu~

nos prepara un banquete para testificar-

nos su amor,

y

un amigo cruél

que

no nos

convida

Sl.·~