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tfrós e
J
esns al des ierto , para se r tentado en él po r·
el
d rnonio , y para alcanzar del demonio una ilustre
v iétoria ; no queriendo el H ijo de Dios
m pez~r
los
exerc icios d _ su vida pública , sino des pul!s de haber
vencido al
enemi go
que
tenia
a
los hombres esclavos
desde el pecado de Adá n.
§.
XII.
']- E S U-C H R IS TO EN E L D ES I E R TO·
E
Stando J esus en el desierto, pasó quarenta días y
otras tantas noches sin comer ni beber. Este
ayuno de quarenta días antes de
la
predicacion del
Evangelio , había sido figurado por el ayuno de Moy–
s~s
,
el
qual estubo sin come r ni beber los guarenta
dias, que precedieron
a
la promulgacion de la Ley an- .
tigua. Un
~yuno
tan extraordinario
y
tan
visibl~mente
sobre las fuerzas de la naturaleza ' puso en armas
a
todo el Infi erno : imaginabase el espíritu de tinieblas,
p or congeturas , todas las mas bien fundadas , que
un hombre de una -vida tan exefDplar · , tan santa ,
y
que era capáz de pasar quarenta dias y quarenta no–
ches sin comer ni beber, podía muy bien ser el Hijo
de Dios , y el Mesías; pero no se hubiera atrevido
a
tentarlo , si J esus despues de un ayuno tan rig roso,
no hubiese querido sentir el hambre , y caer en una
extremada flaqueza , para animar de este modo al ten–
tador , dexandole creer que aquel hombre , po.r mas
extraordinario que pareciese , no era sino un h mbre,
-
sujeto
a
las mismas enfermedades que los otros hom-
G
z
bres,