SEñOR
NUESTRO.
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insolencia de decirle , qne si era
el
Hijo tan querido
de Dios, como una voz baxada del Cielo lo había pu–
b icado en las riberas del Jordán 4espues d' su bautis–
mo, debía dár una pru eba manifiesta de ello que con-
firmára lo que se había oído : Arrojate , pues, de aquí
abaxo , le dixo , no tienes que temer te suceda el
me–
nor mal; porque la misma Escritura que citas, dice
que
Dios tiene encargado
a
sus Angeles el cuidado de la
persona de su Hijo, para que velen en su conservacion,
y
lo lleven en sus manos ,
p
r si acaso sus pies tro–
piezan en alguna piedra : pero
J~sus
replicó , que esta
misma
scritura decía en términos formales:
No tenta–
rás al Señor tu Dios.
Una respuesta tan precisa
y
tan sábia cubrió de
confusion al tentador; pero no por eso desistió- de su–
empresa. Altivo el
espírit~
soberbio con el poder que
Dios le daba de transportar
a
su arbitrio
a
aquel hom–
bre tan santo y tan prodigioso , tuvo todavía la osa–
día de llevarlo sobre la cima de uno de los mas altos
montes ; y mon trandole desde
allí la
inmensa exten–
sion de país que comprehendia todo el Orizonte, le di–
xo
el
impostor : Todos estos Reynos son mios;
yo
reyno y soy adorado en todos estos Pueblos,
a
excep–
cion de
la
Judéa ; en todas las Naciones se me ofre–
cen víB:imas '
e
incienso; todos estos estados están
a
mi
disposicion , y los reparto entre los que me sir–
ven ;
todo esto te lo daré, si te postras , y me adoras.
A una proposicion tan insolente y
tan impía , revis–
tiendose Jesus de Señor que manda con imperio,
le
dixo con indignacion : Retírate de aquí Satanás ; es
decir, enemigo de Dios y de los hombres; y sabe que
está escrito :
Adorarás at Señor
tu
Dios,
y
le servirás
'
a