204
V
IDA DE CHRISTO.
Dios
la
gracia de la fidelidad
y
de la perseverancia.
Tomando J esus consigo
a
Pedro, Juan
y
Diego, se
metió con Jlos mas adelante en aquella soledad;
y
ha–
biendose apartado de ellos como un tiro de piedra,em–
pezó
a
apode rar e de su corazon un temor, un tédio,
y
una tristeza mortal. Quiso manifestarsela
a
sus tres
queridos Di dpulos ; diciendoles :
T engo una triste- ·
za mortal: esperad aquí,
y
v elad conmigo. (a)
El 0alva–
dor pod@ des char faci ln ente aquel
t
·mor, aquel ex–
eesivo tédio,
y
aquella profunda tristeza aquellos mo–
vimientos le eran
l~bres
, por quanto su alma gozaba
de
la
bienaventuranza,
y
veía
a
Dios íntuitivamente
y
,
.
.
.
f;n s1 mismo; pero qui so sentir en su corazon y en
su
cuerpo toda la amargura
y
todo el terror que causa
a
los
hombres la cercanía de la muerte , para mostrarnos el
exceso de su amor quánto le costaba nue tra
~alva
cion,y asimismo para censuelo de sus siervos, y pa ra
enseñarles con su exemplo lo que debían hacer quando
~e
viesen en semejante estado.
Viendo Jesus que sus Discípulos estaban muy aco_.
sados del sueño, se retiró
a
un lado ;
y
postrandose
allí el rostro contra la tierra, empezó su oracion , di–
ciendo:
Padre mio, si es posible
,
pase de mí este ca–
h"z; sin embargo, no sea corno yo
/9
quiero, sino como
tú.
Parece que el Salvador nada olvida para sentir , aun–
que es hombre Dios , aquel monton espantoso de
oprobrios
y
de humillaciones ,
y
para padecer todos
los horrores de la muerte , como si no fuera sino
Ufl
puro hombre. No ignoraba que
su
muerte estaba re–
suelta en los decretos eternos ; él mismo había asenti–
do
a
ellos '
y
los había firmado voluntariamente ;
y
así, la voluntad hui.nana no es aquí 0puesta
a.lavolun–
~
(a) Matb.
26.