SEñOR
NUESTRO.
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que hablas como ministro de Satanás,
y
me eres urr
motivo de escándalo;
t.,
por qué no quieres que cum–
pla Yo
la
übra de la redencion de los horW:>res, para
lo qual me ha enviado mi Padre?
En esta oca·sjon
y
con este mot ivo dixo Jesus, no
solo
a
sus Discípulos, sino
a
todos Jos que quisiesen
seguitle, que quien quisiera seguir sus pisadas, debía
renunciarse a sí mismo, tomar su cruz ,
y
seguirle;
porque
el
qúe quisiere salvar su vida, estoes, buscar·
-sus placeres
y
sus comodidades ,. la perderá;.
y
quien
la hubi ere perdido por mí, por medio de la mo.rtifica–
cion'
"l.1
del martirio. ' la volverá
a
encontrar~
y
así,
t,
qué
le
sirve al hombre, añadió, ganar todo el mun-·
do,
si
pierde su alma?
t.,
Y qué dará en trueque por
sí
mismo? Si alguno quiere ser
mi
Discípulo ; renun–
ciese
a
sí mismo ' lleve su cruz todos los días. '
y
si–
game : por
las
humillaciones
y
trabajos quiero salvar
al mundo;
y
el que no fuere por este camino , no
puede seguirme. Fiñalmente, añadió·
El
que se aver–
gonzáre de mí
y
de mi Evangelio , me avergonzaré Yo·
de él ,. , q·uando vendré en el resplandor
de
mi gloria.
Levantando despues
la
voz, excla1116:
En
verdad os di–
go , que algunos de los que están presentes aquí, no
morirán hasta que vean lleno de magestad, rodeado de
, luz,
y
revestido de resplandores de· glo.ria al que ahova
- veis tan humilde
y
tan semejante
a
los derná-s hombres,
y
por decirlo así, al que ahora veis en·la obscuridad
y
en el abatimiento.
(a)
Sin dtlda hablaba
el.
Seño.r de
su–
gloriQsa Resurreccion,
o
quizá de su Trans:figu racion,-i
de
la
qiae
fueron
testigos Pedro ,
Juan· ,
y
Diego•
.§.
XXXII
(a)
M.zth.
16~
)