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DI A X
X
V 1 l.
R E F L E X1O N E
S.
¡Qué trastornamiento tan lastimoso de entcr.dimiento,
y de buen juicio! Todos se glorian el di a de hoy de ro–
do aquello que no es gloriarse en el Señor ;
y
todo lo
que es gloriarse en el Señor se reputa entre los munda–
nos por baxeza de ánimo , por despecho, por
111
elancolía.
Todo el mundo alaba á un hombre que
e ~ ra
lleno de am·
bicion:
el
orgullo es el que se lleva en todo la primacía:
la soberbia es la pasion de moda ; Ll mas sim
pie
van·dad
se dexa atender ,
y
si es atrevida, descarada, y fiera , se
hace respetar. En medio .de eso todos convienen, en que
no hay cosa n1as baxa , n1as odiosa, ni n1as despreciable
que el orgullo.
Con efecto siempre es hijo de
un
ánimo -apocado ,
y
prueba de un pobre, y corto entendimiento. Los tontos,
y los mentecatos siempre estan pensando en cómo po–
drán hacerse estim
r.
Mírase con risa ,
ó
á
lo n1énos con
lástin1a '
a
un m ndigo infelii' que haviendo perdido
el
juicio , se imé\gina
íncipe. Entre quien adolece de este
achaque , y
uri
orgulloso , no hay otra dife1encia que
la
d
1
,
e. mas , o menos.
·
Un
hombre de buen entendimiento no se dexa deslum–
brar de sus prendas : adelántase ·su penetracion á conocer
lo mucho que le falta ; pero un entendimiento limitado
apénas sale de sí misn1o ; y como sus escasas luces no se
extienden m·as allá de su esfera , todo lo que hacen los otros
le parece cosa n1uy comun, y solo halla que admi.rar en
lo que él hace.
Ciertamente no hay hombre mas despreciable, ni con
efecto mas despreciado que un orgulloso ;
y
sin embargo
•
no
algunos falsos ·Apóstoles procuraban desacr edita rle , para qu itar
á
los F ieles
la confianza, y es timacion qut! hacian dt! él, escribio esta segunda ca rta di–
ri gida, no solo
á
Jos de Corintho, sino
á
todos los Fieles de la P rovincia
de Achaya . Cont iene excelentes instrucciones, singularmente sobre la casti–
dad. Escribió. e en Macedoni a, y la envió el Apos tol por T ito, y por
San Lucas el año
57·
de Ch risto.