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D 1 A XX VII.
mente en las Provincias de España, que estaban todavía en
poder de los Agarenos ; pero como toda su ansia era pa–
sar al Africa,
y
su mayor consuelo, como salia decit.,
el
quedarse cauti vo por
el
rescate de alguno de los Christia–
nos, en una ocasion que hizo esta expedicion, llegó
á
Bugia con su compañero Fray Guillermo Florentino , Va–
ron de grande mérito,
y
rescatáron
119
Cautivos, sin ofre–
cerse accidente que les
~mbarazase
hacerse desde luego
á
la
vela para volver á . la patria : pero con1o Dios tenia allí
dispuesto el teatro de las glorias de Armengol, hizo que
Jlcgase
a
su noticia la esclavirud de r
8
niños, · que como
inocentes corderillos se hallaban en poder de aquellos lo–
bos, expuestos
á
renegar. de la Fe de Jesu-Christo, mo–
vidos ya de los halagos , ya de los castigos de los
Bár–
baros. Reflexionó Pedro
~ra
éste el caso que havia pro- '
metido por el voto de su Religion , y así se ofreció gusto–
samente en rehenes por la ca.nridad, en que concertó el res–
cate de los dii;!z y ocho inocentes; con la condicion , de que
si no se entregaba er l tiempo estipulado, fuese condena–
do
á
las penas q
u
q
isiesen imponerle.
Partió Guillermo con los cautivos, y se quedó
~rmen
gol
á
padec r ,
'
u
rar prodigios de caridad entre los
Infieles , conviniendo
á
la Fé de Jesu-Christo
á
no pocos
de ellos con la eficacia de su predicacion, autorizada con
muchos prodigios; pero haviéndose pasado el tiempo pres–
crito para la solvencia del crédito, le pusiéron en una
prision , llegando sn inhumanidad
á
términos de negarle
hasta el preciso sustento ; bien que el Señor por minis–
terio de los Angeles surtió
á
su fidelísimo siervo mila–
grosamente. Cansados ya los Bárbaros de atormentarle cons–
piráron contra su vida, añadiendo al tnotivo que excitó
su furor la falsa acusacion de que blasfenuba , y maldecia
pe
su Profeta , despreciando su ley. Irritó la novedad
el animo del Juez en tal manera , que sin embargo de
que no faltó quien defendiese
á
Armengol entre los In–
fieles , diciendo que lo pactado en el concierto no era la
pena de mnerte , sino de prision ,
y
cárcel ; con todo , le
condenó al castigo
de
horca, irregular entre los Sarracenos,
Nnn
pa-