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ABRIL.
dad : Fulano resncitó ,
Surrexit
;
y
así no
hay ya
que bus:..
carie en esas concurrencias del n1L111do , en esas ocasiones
próximas, en esas costumbres de pecar ; porque
non
eJt
hic:
ya no está aquí, en nada de esto se encne11tra, ni
se halla en ·esas di versiones peligrosas , ni asiste
á
esas ter–
tulias ocasionadas : su freqüente asistencia
á
la lgle:-,ia, su
respeto, y su devocion en
el
Templo, aquella modera·
cion , aquella apacibilidad en el traro , aquella circunspec–
cion son visibles pruebas de su perfecta resol ucion.
¿Y
por
,qué no podrás tú lograr desde hoy
el
dulce consuelo de
notar en tÍ mi smo estas bellas pruebas
~ ~
Acaso será ésta la
postrera Pascua para tí
?
¡
Qué locura es dil.ltar para el año
que viene , quJ.ndo ciertamente para muchos no havrá tal
ai1o, una conversion , que aun suponiéndol,l en este año,
qniz1 havrá ya tardado demasiado
?
Postrado,
p~es,
de ....
!ante de tu Crucifixo , díle á Dios resueltamente, ó que
no te quieres convertir jamas , ó que con el socorro de su
gracia quieres hacerlo
d
scle este n1isn1o n1on1ento.
D 1 A
V
E 1 N T E Y D O S.
San Sotero,
y
an C yo
,
Papas
,
y
Mártyres.
San Sotera
tan
reco1nendable por su cuidad ,
y
por
su
zelo , fué natural de Fundi , en
el
Reyno de Nápoles. Na–
ció
por los fines del prilner siglo, ó por los principios del
segundo,
y
tuvo la dicha de ser educado en el seno de la
Iglesia ·en aquellos felices dias de su primitivo fervor , y así
numó todo su . espíritu. No contribuyó poco á que se
hi–
ciese tan célebre
en
el Clero, así por su virtud , como por
su sabiduría, su larga mansion en Roma , en un ti empo,
en que la Fe , y la piedad de los Romanos servian
de
mo~
deb
á
todas Lls Iglesias del tnunclo. Venerabanle como
á
S.:u1to, y oíanle como
á
Oriculo: y así haviendo muerto San.
Ani ceto por los años de
161.
fué San Sotera el egido una·
nimemente por su sucesor en la
Silla
de San Pedro.
No
sirvió
esta suprema dignidad n1as que para dar nue–
vo