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DI A X.

I

67

al:Imbrando las tinieblas del calabozó ,

y

desatándoles

bs

·prisiones , le dixo que le

siguiese~

y

poniéndole en liber–

tad,

le

exhortó

á

que prosiguiese el viage que el

~eñor

le

havia inspirado. Convirtió

á

muchos Bárbaros esta mara–

villa, y los muchos milagros que

á

ella se siguiéron , re–

duxéron

á

la Fé

á

otros innumerables.

Despachóle sus Diputados la Ciudad de Antioquía,

y

enterado por ellos de la resolucion en que estaban sus pa–

rientes, y todo el Pueblo de obligarle por fuerza

á

volver

á

su Silla Arzobispal, se embarcó a.l punto para

el

Po–

niente. Atravesó todo el Reyno de Epiro, y la Dalmacia;

penetró hasta la Baviera; ·pasó por las Ciudades de

Ma–

guncia , y de Colonia , dexando en todas partes visibles

señas de su

heroy~a

santidad. Pagaba el hospedage con tan–

tos milagros, que dos criados de cierto Señor Bavaro, lla..

rnado Adalberto, que le hospedó en su casa, creyéron ha–

ver hallado

U!J

medio infafible para hacerse ricos , hurtán–

dole

el

pañuelo a ·edér doles .que esta r liquia haría tan–

tos prodigios e

1

10

su dt:eño; pero castigó

el

Señor aque–

lla sacrílega codicia enviando

á

uno , y

a

otro una grave

enfermedad, que os reü uxo al . último extremo de la vida,

y

tio sanaron de ell-a

si11o

por otro 1nilagro de nuestro

Santo.

·

·

Parece que Dios se complacía en señalar cada una de

sus jornadas con alguna nueva maravilla. En Colonia libró

á

su huésped de una epilepsia; en Malinas apagó un furioso

incendio ;

en

Tornay apaciguó una cruel sedicion ; en

Cambray le abrió un Angel las puertas de la Iglesia de

nuestra Señora; y en Maudebuge fué recibido como un

Propheta. En fin el año de

101

r.

llegó

á

Gante, y luego

se retiró al Monasterio de Bavon, donde le recibió

el

Abad

Etemboldo, y sus Monges como

á

un hombre extraordi–

pario. Fué tal el concepto que

se

mereció su virtud con

ocasion de la estancia que hizo en aquel religiosísimo Mo–

nasterio' que no .perdonáron

a

diligencia alguna para obli–

garle

a

terminar en él sus peregrinaciones.

A la entrada de la Primavera del año siguiente resol–

vió embarcarse para volverse

á

Levante ,

á

pesar de las

lá-