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t3
·padre distinguido por el
lustre de su cuna
y el
esplendor de su virtud, dcsearia ser conocido por
'
el nombre de su madre ,
si este
traxese cons igo
alguna nota vergonzosa? ¡Quién no proc
u~a
ocul–
tar un
orí
gen infame! Yo bien sé que
J
es u-Cristo
se abate hast·a el exceso: que saca su gloria de
las
afrentas
é
ignominias; pero jamas quiso aparecer
culpable
~
los ojos de los hombres. Quando
en
Ja
casa d el pontífice Caifas le cubren el rostro los sa-–
cr~legos
ministros ,
y
burlándose del nombre de pro·.
feta,
le dicen
que adivine quien
le
hiere, él no
contesta uña palabra. Qllando los príncipes de los
sacerdotes
le dicen que descienda de
la cruz, si
quiere que ellos crean que
es el
rey de Israel ,.
parece
que
no oye sus blasfemias. Pero apénas se
trata de sospechar pecado en su persona ,
él
no pue..
de $Ufrirlo. Se despoja un momento de
la
o dina ..
ria ·mansedumbre del hombre de dolor
?
y
re~~s
..
tiéndose de la magestad propia del hijo drl Altí–
anmo ., pregunta indigna'do á los judíos : ¿Quién
de
vosotros
podrá
convencerme de pecado?
Quis ex
"Jobis arguet me de p eccato?
Que guarden
los evangelistas un profundo
~ilencio
sobre la pureza de María ; que
yo la leo ,
~ató-licos
, en esta pregunta de
J
es us ;
·¿Quién de
va:.:_
•