.~APITULO
VIII.
.69
dit eam custodibus , vir affert
pro· fruetu eius mille argen–
teos.
12
Vinea mea Coram me est.
Mille
tui , pacifici , et
d
ucen–
ti
his qui custodiunt
fruetus
eius.
1
3 Quae habitas in hortis,
·amici auscultant: fac
~
audire
vocem tuam.
14
Fuge, diled:e
mi ,
et
as–
similare
capreae,
hinnuloque
cer..
'
uvo en otro tiempo Salomon , es-
to es, d Senor, una vifia, o la Synagoga;
de la qne percibia algunos frutos ; pero
frutos que de ningun modo pueden com–
p ;:irarse con los que percibira de mi vi–
ii.a.
Y
la razon de esto es , porque los
que cultivaban aquella vifia eran los Sa•
cerdotes, los Prophetas y los Reyes; pe–
ro esta vifia de la Iglesia es el mismo Se–
nor , mi Esposo , el que la cuida : el e·s el
que hecho Hombre la cultiva juntamente
11:011
su E sposa; por lo que necesatiarrten–
te sus fruros han de ser mas copiosos.
Esta cs la vifia de! verdadero
P acifico ,
en
la qual aunque tiene puestos sus obreros
para que la labren y cuiden ; Jes tiene
prometido que nunca les fa ltara· su asis–
t encia.
MATTH.
xxvut.
20.
Desechada
1a
antigua vifia , es entregada esta nue–
va a nuevos obreros , mas fieles que
los
pri merns ,
y
ellos se harin di gnos de re–
cibir la recompens
ue Jes es debida;
ciento por uno en este mundo , y en
el
siglo venidero la vida eterna• . Pero es de
.notar, que
los doscientos siclos de plata
no se d an sino a aquellos que guarda11 los
frutos de la vifia , y despues qne hayart
pagado los
mil
al verdadero Salomon;
qu iere esto decir, que recibirin la jus–
ta recofnpensa de su vigilancia ; caridad
y
fidelidad.
~
En estas palab1·as :
Mi
viita
delan–
te de mf
esta,
se contiene un excelente
documento , para que cada uao de los
fieles se aliente
y
exhorte con ellas a ar–
regl ar su co.nduB:a , conforme al estado
de su vida
y
a sus obligaciones. La viiia
entreg6la a
los t olonos , cada
uno le paga por el fruto de ella
mil monedas de plara.
12
Mi
vifia
1
delante· de m.l
esta
2
•
Los
mil son tuyos, o pad–
fico
3 ,
y doscientos
para aquellos
que guardan
los frutos
de ella.
13
Tu
que motas en
s
huer~
tos,
los
amigos escuchan : hazme
oir tu voz
4.
14 Huye,
amado
mio, y
ase...
mejate a la
corz.a ,.
ya los
tiernos
de ml alma ; regada con
Ia
preciosa San-.
gre de
J
esu Christo ; siempre esra delan–
te de ml.
y
0
la he de culti var como con–
viene , para que ella
de
el fruto que de–
be ;
y
tenga yo despues la .
r~compen
sa pro111etid a a 1os obreros fieles y c;o–
lonos diligentes.
3
En Hebreo
y
ert los
ixx.
esd. ea
Yocativo.
Tui
es genitivo .
.
4
Hemos visto ya que a Iglesia es
tomparada a un jardin; Cap.
Iv. 12.
v.
I.
vr.
t.
y
la Esposa a una
jardinera
quc se emplea en cultivar las vifias
y
los
jardines :
y
as! no es de ext rafiar aho–
ta que el Esposo Divino queriendola de–
xar despues de la solemhidad de las bo–
das espirituales para volverse a su Padre,
la sefiala aqui por estas p alabras:
Ta
qui:
moras.
...
Los Interpretes convienen co–
munmente , que este es el ultimo colo–
quio que tiene el Esposo con la Esposa; en
que la exhorta a desempefiar como debe
el ministerio de la predicacion de la ver–
dad , por lo que respeta a los que nom–
bra sus
amigos
;
que son los que estin
dest 1ados a
escuchcer'
la voz de la Espo–
sa ; como que estos le pertenecen de de–
recho.
Y
as1 le dice: Predica el Evange–
lia
.J
los santos preceptos de m.i
· y ,
y
anuncia al mismo ti empo los b1enes ce–
lesti ales, que deben ser la recompensa de
los quc los hubieren observado. Porque
ni11guna cosa me puede ser mas agrada–
ble que oir tu voz, aquella voz con que
se anurtcia a los
~ueblos
las palabras de
la
vida
y
de la salud eterna.
Y
la respues–
ta que le da la Esposa es la siguiente. ...