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LA PROPHECIA DE ISAIAS.
CAPITULO XXXII.
~
El Propheta promete a los d Juda
wi
R eyno de j usticin. D sofa ion
de la Judea, y su 1-estf1JJlecimiento en t iempo en que I
S ellar
conver–
tira
su ira a a ruina
de
sus
enemigos.
1
in iustitia regna-
bit Rex , et Principes in iudi–
cio praeerunt.
2
Et erit · vir sicut qui ab–
sconditur a vento , et celat
se
a
~rnpestate
, sicut
nv1
aquarum
in
siti , et umbra
petrae prominentis in terra de–
serta.
3 Non caligabunt ocul' vi–
dentium, et au res audientium di–
ligente au , ltabunt.
4 Et cor stultorum intelli–
get scientiam , et ling ua balbo–
rum velociter loquetur et pla-
ne.
1
He aqui reynara el Rey
en justicia
1
,
y los Principes pre–
sidiran en equidad.
2
Y
este V'1ron sera como
re–
fugio para el que se esconde dcl
viento
2
,
y
se gua rece de la tem–
pestad, como arroyos de agu sen
sed,
y
sombra de pena que sobre–
sale eii tierra yerma.
3 No se ofuscaran
3
los ojos
de los que veo,
y
las oreja de los
que oyen oiran atentamente.
4 Y el corazon de los ignoran–
tes
4
entendera ciencia, y la len–
gu<:!- de los tartamudo hablara con
expedicion y clari<lad.
~~
r Ezequfas , disi pado
exe rc ito de
Senaqu db , reynara en p az , y en sus
ti empos florecera la josticia; y del mis–
mo modo
los Pruzcipes
,
los Gobernado–
res y Magistrados puesros por el ,
presi–
dirtfn en equidad
y
en Juicio
,
eguiran lo
r B:o , y no abandonara n el camino d e lo
ju to. Is;ifas b ax o la figura de Ezequfas,
d scri be el Reyno
Jesu _Christo, cu–
yos Pdncipes o Apostol
y sos suceso-–
r es habian de gobe rnar los Pueblos; si–
guien<lo el m ismo cspfritu de dulzora y
d e caridad q ue se habia visto en su M aes–
t ro' y qoe d e el mismo habian rec1bido.
2
Y sed. este R ey para sus vasallos,
como an puerto seguro para los navfos,
q
~s ten
a cubierto d el lmpetu del vien–
to de las t empes t ades ; como un arroyo
de frescas
y
crys talinas aguas , para los
que las bu ca n acosados de una
i~portuna
s
d ;
.y
como el hueco que forma una
grande pefia, p ara repara r e de los ra yos
del Sol en tierra yerma y tostada d e sus
ardores. Todas estas buenas ali d ad s que
d eb e n hallarse en un Princi pe pe rfeCl:o,
eonvi enen admirablemenrc a J esu Chris–
to , en qu ien hall an su segorid d los ten–
t ad os
y
per eguidos , refri ge ra ndolos coo
el abondante rocio de su divioa gracia
y
consuelos , y d fe nd iendol os de las en–
cendid as flech as con que el demonio pre–
tende derribarlos.
3
En tiemp,
~
Ezeqofas foeron d6 -
ciles obedecien
a los Prophet;is . Pero
se
cumplio e
to
perfetl:amente coo I ve–
n id.i del Espfritu Santo sobre los Apos ro–
les y los orros fieles , qu ando el don de
prophecfa era muy freqiicnte en la
Iglc–
si , y el .comon d e! Pueblo ofa con mu–
clia aplicaei o n
y
g usto la predicacion d e
los Apos roles,
y
abrazaba su dotl:rina.
• Unos homb res
ru
os co1 : fucro n
Ios Ap6s toles , entrad.n co los ,1rcanos de
Di os , yen los my t rios quc sc encie r–
ran en sus Escrituras,
y
a rid.n su boca
p ara decl ararlos , si n tirubear en uoa so la
p alabra ,
y
los ens fiaran a to as las Na–
ciooes y Pueblos que onviertan a la
fe.