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50

LA PROPHECIA DE ISAIAS.

CAPITULO XXXII.

~

El Propheta promete a los d Juda

wi

R eyno de j usticin. D sofa ion

de la Judea, y su 1-estf1JJlecimiento en t iempo en que I

S ellar

conver–

tira

su ira a a ruina

de

sus

enemigos.

1

in iustitia regna-

bit Rex , et Principes in iudi–

cio praeerunt.

2

Et erit · vir sicut qui ab–

sconditur a vento , et celat

se

a

~rnpestate

, sicut

nv1

aquarum

in

siti , et umbra

petrae prominentis in terra de–

serta.

3 Non caligabunt ocul' vi–

dentium, et au res audientium di–

ligente au , ltabunt.

4 Et cor stultorum intelli–

get scientiam , et ling ua balbo–

rum velociter loquetur et pla-

ne.

1

He aqui reynara el Rey

en justicia

1

,

y los Principes pre–

sidiran en equidad.

2

Y

este V'1ron sera como

re–

fugio para el que se esconde dcl

viento

2

,

y

se gua rece de la tem–

pestad, como arroyos de agu sen

sed,

y

sombra de pena que sobre–

sale eii tierra yerma.

3 No se ofuscaran

3

los ojos

de los que veo,

y

las oreja de los

que oyen oiran atentamente.

4 Y el corazon de los ignoran–

tes

4

entendera ciencia, y la len–

gu<:!- de los tartamudo hablara con

expedicion y clari<lad.

~~

r Ezequfas , disi pado

exe rc ito de

Senaqu db , reynara en p az , y en sus

ti empos florecera la josticia; y del mis–

mo modo

los Pruzcipes

,

los Gobernado–

res y Magistrados puesros por el ,

presi–

dirtfn en equidad

y

en Juicio

,

eguiran lo

r B:o , y no abandonara n el camino d e lo

ju to. Is;ifas b ax o la figura de Ezequfas,

d scri be el Reyno

Jesu _Christo, cu–

yos Pdncipes o Apostol

y sos suceso-–

r es habian de gobe rnar los Pueblos; si–

guien<lo el m ismo cspfritu de dulzora y

d e caridad q ue se habia visto en su M aes–

t ro' y qoe d e el mismo habian rec1bido.

2

Y sed. este R ey para sus vasallos,

como an puerto seguro para los navfos,

q

~s ten

a cubierto d el lmpetu del vien–

to de las t empes t ades ; como un arroyo

de frescas

y

crys talinas aguas , para los

que las bu ca n acosados de una

i~portuna

s

d ;

.y

como el hueco que forma una

grande pefia, p ara repara r e de los ra yos

del Sol en tierra yerma y tostada d e sus

ardores. Todas estas buenas ali d ad s que

d eb e n hallarse en un Princi pe pe rfeCl:o,

eonvi enen admirablemenrc a J esu Chris–

to , en qu ien hall an su segorid d los ten–

t ad os

y

per eguidos , refri ge ra ndolos coo

el abondante rocio de su divioa gracia

y

consuelos , y d fe nd iendol os de las en–

cendid as flech as con que el demonio pre–

tende derribarlos.

3

En tiemp,

~

Ezeqofas foeron d6 -

ciles obedecien

a los Prophet;is . Pero

se

cumplio e

to

perfetl:amente coo I ve–

n id.i del Espfritu Santo sobre los Apos ro–

les y los orros fieles , qu ando el don de

prophecfa era muy freqiicnte en la

Iglc–

si , y el .comon d e! Pueblo ofa con mu–

clia aplicaei o n

y

g usto la predicacion d e

los Apos roles,

y

abrazaba su dotl:rina.

• Unos homb res

ru

os co1 : fucro n

Ios Ap6s toles , entrad.n co los ,1rcanos de

Di os , yen los my t rios quc sc encie r–

ran en sus Escrituras,

y

a rid.n su boca

p ara decl ararlos , si n tirubear en uoa so la

p alabra ,

y

los ens fiaran a to as las Na–

ciooes y Pueblos que onviertan a la

fe.