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CAPITULO . XI.

aperuit oculos caeci nati , face–

re ut hi c non moreretur?

38

Iesus ergo rursum · fre–

mens in semetipso , venit ad

monumentum , erat auterrí spe- ·

lunca: et lapis superpositu's erat

ei.

39 Ait Iesus : Tollite lapi–

dem. Dicit ei Martha , soror

eius qui mortuus fuerat

~ D~i­

ne, iam foetet, quatriduanus est

enirn.

>

40

Dicit ei Iesus : ¿Nonne

dixi tibi , quoniam si credide–

ris ; videbis gloriam Dei?"

41 Tulerunt ergo lapidem:

Iesus autem elevatis sursum ocu–

lis , dixit : Pater, g ratias ag()

ti–

bi quoniam audisti me.

42 Ego autem sciebam guia

semper me audis , sed propter

1t

~acab:m

esta falsa conseqi.lencia, que

no habia podido h::tcerlo , porque no lo

habia hecho ; debiendo inferir que pues

habia podido abrir los ojos al que nació

ciego , si dcspues no habia estorbado la

muerte .de Lázat:O , fué porque no habia

querido, puesto que lo- que queria hacer

resucitándole , era sin

compa.~ion

mu

7

cho .mas que Jo que no habia

he~ho

,

que

era impedir que muriese. S.

AuGUST.

in

IoímU. Traét.

XLIX.

'1

E l sepulcro era una espec'ie de gru–

ta o bóveda con una abertura o boca que

~e

cerraba con una losa.

3

:Marrha

p:wcce

que no babia com–

prehendido todavía quál fuese el designio

de Jesu Christo , creyendo que el man–

dar que quitasen

la

losa era para tener el

consuelo de verle ,

y

por eso procuraba

con buenas razónes apartarle de este in–

rento , por excusarle la molestia de perci–

bir

el

mal olor que naturalmente echa de

sí un cuerpo muerto despucs de quarro

días de enterrado.

4

Verás una obra digna

¿{t

Dios

,

un

cfcéto del poder que rengo como Dios ,

y

Tom.I.

ojos del que nació ciego, no pudie–

ra hacer que este no m uriese '? r

38

Mas Jesus gimiendo otra

vez en sí mismo , fué al sepul–

cro, que era una gruta : y ha–

bían puesto una losa • sobre

ella.

39 Dixo Jesus: Quitad la

«t–

.sa. Dícele Martha, que era her–

mana del difunto : Señor , ya

hiede, porque es muerto de qua,

t~

dias

J.

40

Díxole Jesus: ¿No te· he

dicho , que si creyeres , verás la

gloria de Dios 4?

.

b4r

Levantaron pues la lo–

·Sa

5

:

y J esus alzando los ojos

a lo alto, dixo : Padre, gracias

te doy porque me has oído

6 •

42 Yo bien sabia que siem–

pre me·:t>yes

7 ,

mas el pueblo , que

que hadt que nie g1orifiquetl los lJOm–

bres.

4

s

T.

Gr.

íf

~v 'T~V~~~~~ x.~ft;.Wor , doud~

el

muerto ilabia sido puesto.

Faltan en

l~

Vulgata estas palabras.

6

J esu Christo un-as veces hablaba co–

mo D ios,

y

otras como hombre. Quand9

dixo

a

Marrba que

er~

Ja

resurrecciou

y

ltf

vida,

habló como Dios: mas ahora obran–

do como hombre , alza los ojos al Cielo,

y

dá gracias al Padre· porque le l¡¡bia oí–

do. Vuélvese a su Padre, para que

nin–

gpno ignorase de dónde tenia la potesta9.

de hacer milagros , mostrando al n1ismo

tiempo que no tenia necesidad de ruegos

para ser. oído

,

pues daba gracias ánres

dp

habl:r rogado ,

y

porque sabiendo perfec–

tamente quál era la voluntad del Padre,

habbba

ya

comc;il el milagro estuviese

l1echo.

7

Porque siendo verdaderamente su

único Hijo por

1'!_

union inefable que se

habia

he~JJ..o

de! Jltmbre con Dios en la

Persona

~1

Verbo , no podi-:t dcxar de

ser oído; porque el Padre

y

el Hijo

quie~

ren siempre una misma cosa. S.

TliO.M~~

•.

Vvv