CAPITULO XVIII.
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in quadam Civitate, qui Deum
non timebat , et hominem non
reverebatur;
3 Vidua autem quaedam "erat
in Civitate illa, et
-venieba~
ad
eum, dicens : Vindica me de ad-
versario meo.
'
4 Et nolebat per multum
tempus. P ost haec autem dixit
intra se : Etsi Deum non tin:reo,
nec hominem revereor ;
5 Tamcn quia · molesta est
mihi haec vidua , vindicaba
il–
lam , ne in novissimo.
v~iens
suggillct me.
6 Ait autem D ominns : Au–
dite quid ludex iQiquitatis dici t.
7
¿ Deus autcm non faciet
vindiéta m eleétorum suorum cla–
mantium ad se die ae noétc ? ¿et
patientiam habebit in illis ?
8 Dico •vol:iis , quia cito fa–
ciet vindiétam illorum. Verum–
t amen Filius hominis veniens,
¿putas , inveniet fidem
in
~er
ra?
' MS.
Me moya.
·
O
a d:umc en cara
con~
injusti–
cia, que esto insinuan
tas
palabras del tex–
to Griego
~""'~"~'!!
p.. .
.lvlS.
Porque eu :ta
p o.stremcría
1rom
su/le,
,-
3
¿Y
sufrirá que siempre sean oprimi–
dos? La oracion contínua de que habla
aquí
J
esu Chrisro
,
y
a la que nos exhor–
ta con la parábola
y
cxempl> 'tic esta viu–
da , es un precepto que se pone
y
roca a
todos los fieles. Esta oracion consiste prin–
cipalmente en un deseo contínuo , funda–
do sobre
la
fe , sobre la esperanza
,
y
so–
bre la caridad
de
la eterna
n·
"naventuran-
za , es
perándola de aquel
e solo nos la
puede
d.lr:
y
esto se cxec.t.
mejor por
Jos gemidos
y
smpiros
iiel
azon , que
por las palabras. Los af.1.nes
y
negocios de
Tom. I.
en cierta Ciudad , que ni temía a
Dios, ni respetaba a hombre al–
guno;
3 Y había en la misma Ciu–
dad una viuda , que venia a él,
y
le decía : V éngame de mi contra–
rio.
4 Y pasó mucho tiemp4-Je
no lo quiso hacer. Mas despues
de esto dixo entre sí mismo: Aun–
que yo no temo a Dios , ni a hom–
~,re
tengo respeto;
5
Pero
porqu~
me es impor–
tuna ' esta viuda, vengaréla, por–
que no venga tantas veces, que al
:tlb me muela •.
6 Y élixo el Señor : Oid lo
'que dice el injusto Juez.
7
¿Pues Dios no hará ven–
ganza de s·us escogidos que se le
querellan día y noche? ¿y tendrá
paciencia en ellos
'?
8 Dígoos, que presto hará la
venganza de ellos •. Mas quando
viniere el Hijo del hombre, ¿pen–
sais , que hallará fe en la tier–
ras?
esta vida entibian ( •
deseo ,
y
así es ne–
cesario que en cicrta5 horas nos retiremos
a orar para renovarle con freqüencia.
S.
A oGUST.
Epist.
cxxr.
Cap.
xyr.
Esta
viuda venia en ciertos dias
y
en
ciertaV
horas a importunar de nuevo al Juez, aun..
que su pensamiento estaba siempre ocu–
pado de aquello mismo que solicitaba
de
tiempo en tiempo.
~
¿Si un
Juez
cruel e injusto por últi–
mo se
dcx6
doblar de
la
importunidad de
una
viud::.
;
un
Ojos josro
y
clemente
no
oirá bs voces
de
los que ama ,
y
que
cla–
man a
él
conrínuamcnte oprimidos de
la
injusticia?
~'(¡1
s
Pq]iQuC
~
.
ndo Yenga a juzgar
al
mundo ,--rerán muy pocos Jos que ten–
drán
uoa fe
animada de verdadera cari–
dad.
Dd<l-