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tigos fidedignos, se remitió
á
Romn, para que se presentase
á
la
Sagrada Congregacion de Ritos.
Y
como cada día crcc.\iese mns
y
mas la 11eputncion de santo, que había merecid_o e11te siervo
' ~l
Serior, concurriendo los fieles al capítulo donde estaba se–
pultado, para implorar su auxilio,
y
no cesase el cielo de obra!',
por su intercesion, innumerables maravillas, creyó el podre
maestro fray Juan de Barbarán, yicario gelijlrnl, que .no debía
retardar por mas tiempo la traslaciou de los huesos de fray l\lar–
tio. Todo concurria al cumplimié11to de la profecía que babia
hecho fray Marti·n regidor don Juan de Figueroa, de que los
dos habían de s · enterrados en la ropería donde habitabu;
pues ya habia m erto,
y
se había sepultado di<iho regidor en la
capilla dedieadá
á
Cristo crucificado,
y
los enfermos oían las
Misas que se celebraban en ella, porque estaba inmediata á la
enfel'meria.
,
'
·'
Habiéndose, pues, resuelto dicha traslacion
á
los vefote
y
cuatro años cuatro meses de muerto el siervo de Dios, se bizCl'en
un dia del mes·de Marzo, del afio
1'664,
entre ocho
y
nueve de
la noche, para evitar bullicio. Se reunieron en In sala del capítn·
lo, donde estaba sepl}ltado fray Martin, el sefior Virey don Die·
go Benavidez, conde de Saotistevan, el padre maestro fray Juan
de Barbarán, vicario provincial, el vicario prior, •el méqico don
Roduigo Eiiriquez, un cirujano, varios religiosos respetables
y
dos legos. Uno de estos padecia, desde muy atrás, fuerte
y
continuo dolor de cabeza, y creyendo gue, cavando In sepultu–
ra y sacando el cuerpo del siervo de Dios, sanaria por
sri
in·
tercesion de ese padecimiento,,.habia conseguido de los prela·
dos, que se le prefiriese para hacer la lexcavacion.
Hízola
á
vista de los concurrentes, sirviéndose de un aza–
don;
y
despues de trabajar mucho, descubrió las tablas que
coateoiau el cadáver. Pateutizóse este, y besándolo eH'ego; se
le quitó el dolor de cabeza'que -le afligía sobremanera. Perci–
bieron todos, al instante, un olor suavísimo, como de rosa, que
exhalaba el cadáver,
y
se vió este sin ninguna señal de cor–
rupcion, con los huesos cubiertos de carne tao hesca, como si
se hubiese sepultado en ese mismo día. Mandó el prelado que
se
snc~se
el cuerpo, para 19 cual puso el lego su mano izquiev–
da ba10 de la
c~bezn,
y
la derecha sobre la cintul'aj
y
notando
que se •deseuca1aban los huesos, volvió á tender el cadáYer so–
bue lus •tablas. Quedó pegado
á
su
ron.nosiniestra un trozo que
r.u.esumió fuese tien·a del sepulcro,
mas, comprimiéndolo, 11dYir·
t10
que era sangre coagulada, y que su mano estaba tefiida de
ella. Admirárouse todos, y para certificarse de la realidad, lim·
piando el padre maestro Barbarán
lit
mano del lego con un pa·