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170 -

tigos fidedignos, se remitió

á

Romn, para que se presentase

á

la

Sagrada Congregacion de Ritos.

Y

como cada día crcc.\iese mns

y

mas la 11eputncion de santo, que había merecid_o e11te siervo

' ~l

Serior, concurriendo los fieles al capítulo donde estaba se–

pultado, para implorar su auxilio,

y

no cesase el cielo de obra!',

por su intercesion, innumerables maravillas, creyó el podre

maestro fray Juan de Barbarán, yicario gelijlrnl, que .no debía

retardar por mas tiempo la traslaciou de los huesos de fray l\lar–

tio. Todo concurria al cumplimié11to de la profecía que babia

hecho fray Marti·n regidor don Juan de Figueroa, de que los

dos habían de s · enterrados en la ropería donde habitabu;

pues ya habia m erto,

y

se había sepultado di<iho regidor en la

capilla dedieadá

á

Cristo crucificado,

y

los enfermos oían las

Misas que se celebraban en ella, porque estaba inmediata á la

enfel'meria.

,

'

·'

Habiéndose, pues, resuelto dicha traslacion

á

los vefote

y

cuatro años cuatro meses de muerto el siervo de Dios, se bizCl'en

un dia del mes·de Marzo, del afio

1'664,

entre ocho

y

nueve de

la noche, para evitar bullicio. Se reunieron en In sala del capítn·

lo, donde estaba sepl}ltado fray Martin, el sefior Virey don Die·

go Benavidez, conde de Saotistevan, el padre maestro fray Juan

de Barbarán, vicario provincial, el vicario prior, •el méqico don

Roduigo Eiiriquez, un cirujano, varios religiosos respetables

y

dos legos. Uno de estos padecia, desde muy atrás, fuerte

y

continuo dolor de cabeza, y creyendo gue, cavando In sepultu–

ra y sacando el cuerpo del siervo de Dios, sanaria por

sri

in·

tercesion de ese padecimiento,,.habia conseguido de los prela·

dos, que se le prefiriese para hacer la lexcavacion.

Hízola

á

vista de los concurrentes, sirviéndose de un aza–

don;

y

despues de trabajar mucho, descubrió las tablas que

coateoiau el cadáver. Pateutizóse este, y besándolo eH'ego; se

le quitó el dolor de cabeza'que -le afligía sobremanera. Perci–

bieron todos, al instante, un olor suavísimo, como de rosa, que

exhalaba el cadáver,

y

se vió este sin ninguna señal de cor–

rupcion, con los huesos cubiertos de carne tao hesca, como si

se hubiese sepultado en ese mismo día. Mandó el prelado que

se

snc~se

el cuerpo, para 19 cual puso el lego su mano izquiev–

da ba10 de la

c~bezn,

y

la derecha sobre la cintul'aj

y

notando

que se •deseuca1aban los huesos, volvió á tender el cadáYer so–

bue lus •tablas. Quedó pegado

á

su

ron.no

siniestra un trozo que

r.u.esumió fuese tien·a del sepulcro,

mas, c

omprimiéndolo, 11dYir·

t10

que era sangre coagulada, y que su mano estaba tefiida de

ella. Admirárouse todos, y para certificarse de la realidad, lim·

piando el padre maestro Barbarán

lit

mano del lego con un pa·