:-
15\? -
ARTICULO Il.
Su
DO!I DE
CLARIDAD.-Tembló tanto la tierra en Lima una
uoche, que hizo levantar á todos, recelando ruina. Uno de es–
tos fué un español, que acompañaba á fray l\Iartin,
y
yendo á
dispertarle suponiéndole dormid_o, vió grande luz en la celda,
siu que hubiese vela encendida, y á fray Martin hincado de ro·
dillas, con el rostro inclinado
á
la
tierr~,
los brazos en cruz, y
el rosario en una mano. Llamóle en alta voz, y como no le
respondiese, iuteutó alzarle con sus brazos; mas sintiéndolo
muy pesado
é
inmoble, llamó
á
fray ]\[iguel de Santo Iionmin–
.go, religioso donado, diciéndole que le parecia muerto fray
Martiu. Entró fray Miguel á Ja ropería, y viendo al siervo de
Dios, rodeado de resplandores, infirió que estaba estático,
y
se fué sin decirle nada. l\Ias el español atel'!lorizado, porque
tal vez seria esta la primera vez que fué testigo ocular de es!l
prodigio, salió de la celda, y no quiso continuar su sueño esa ·
noche eu ella. Luego que lo vió por Ja mañana fray Martín, le
dijo, que si queria proseguir viviendo en su compañia, no babia
de decir
á
nadie lo que viese. Obedecióle el hombre, pues, ha–
biéndolo visto es otra ocnsion postrado del mismo modo,
y
ro–
deado de luz, guardó silencio mientras estuvo vivo.
Habiéndose sentado en el claustro principal un religioso de
gran virtud, esperando Ja ho;ra de tocará maitines, cansado del
mucho trabajo que babia tenido entre din, se quedó dormido.
Dispertóle un rayo de _luz, que hirió sus ojos;
y
levantándose
pesaroso, creyendo que
era de día, vió claramente que la luz
salia del cuerpo de fray Mari.in, quien volaba desde el ca'pítu–
lo l111$ta el dormitorio. de los couvcrsos, sobre un globo de
fuego, y cou una cruz en la frente, que despedía muchos res–
plandores. Siguiéndole para saber adonde iba, le vió entrar en
la celda de otro religioso·converso, llamado fray Martín Barra–
gnn, al cual reprendió severamente fray l\Iartin de parte de
Dios, porque hacia trabajar
á
los pobres que llegaban á In por–
tería pidiendo socorro; porque de ese modo no se les daba
limosna, siuo se les pagaba su trabajo.
• Viéronle tambie!1 varias veces alguno;; religiosos, que des–
pues de haber orado largo tiempo y disciplinádose en el capítu–
lo, volaba despidiendo muchos ruyo's luminosos, desde la pue1·–
ta de dicha
~ala
hasta el coro alto, cuya distancia es de ciento
cincuenta varas, y Ja altura de diez
y
seis
ú
d\ez
y
ocho; y que,
luego, desapurecia haciéndose invisible.
Por último, al tiempo que se cuntnbau una noche maitines