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ció su admiracion;

y

dando gracias

á

Dios, porque favorecía á

su sieno con el don de agilidad,

y

el de penetrar las necesida–

des de sus prójimos, publicó el portento en todas partes.

Enfermó de peligro en la ciudad de Portobelo, un hombi:e

nacido en ese mismo lugar, y amigo de fray lllartin, porque

habiendo estado anteriormente en Lima, lo babia curado el

siervo de Dios en la enfermería del convento. Hallándose so–

lo en su cuarto, muy agravado de calentura, sudando,

y

con

intensísima sed, se acordó de la caridad con que lo babia so–

corrido

y

medicinado el siervo de Dios, y confiado sin duda

en el modo extraordinario con que auxiliaba á los enfermos,

de lo que tendría tal vez noticia en Lima, imploró su asisten–

cia de este modo: •Padre mio, fray Jlfartin, mi amado, socór·

•reme en esta alliccion que tengo: múdame esta camisa que

~está

muy mojada, y dame un vaso de agua para mitigar la sed,

•asi como me consolaste en la enfermería de tu convento.» Al

punto vió entrar en su enarto al siervo de Dios, llevando en

una mano nna camisa, y en la otra una jarra de agua. Acercó–

sele,

y

habiéndolo consolado, le hizo sentar: le mudó In

cami~

sa, le dió

á

beber agua,

y

despidiéndose desapareció. Asom–

bróse el paciente, no soto de lo ocurrido, sino tambien de sen–

tirse muy mejorado en el instante; y habiendo

á

pocos

~ius

re–

cobrado sus fuerzas, partió de Portobelo á Panamá, donde se

embarcó para el Callao y llegó

á

Lima felizmente. Entrando

por la cuadra· de Belen, encontró

á

fray lllartin, quien le dijo

Jo siguiente: uHermano, sobre lo que pasó en Portobelo, no

•hable U. ni una palabra: sepa U. que importa mucho el secre–

•to; y procure olvidarse de lo que le sucedió.• Reconoció el

hombre la humildad de su bie.nhechor, y cumplió su encargo, no

refiriendo el prodigio, hasta despnes que murió el siervo de Dios.

Sanó tambieu

á

unn muger gravemente enferma de erisipe–

la en la cara, poniéndole patios mojados en ¡¡gua rosada

Y.

ean–

gre de pichoa. Extrañó la medicina un hombre que se halla–

ba presente;

y

diciéndole

á

fray lllartiu que no creia oportu–

no ese remedio, le contestó haberlo visto aplicar, para esa en–

fermedad, eu el hospital de Bayona de .Francia, y que él lo ha–

.bia usado con buen suceso. La enferma sanó solo con ese au–

xilio, de lo que se infiere que el siervo de Dios, visitaba con

el don de agilidad,

á

los necesitados aun en los paises mas le–

janos. Y para probar que en Francia se ha creido, hasta ahora

poco , tiempo, que tenia esa virtud la sangre de pichon en esa

cnfermodad, debo decir que verdaderamente se usaba como

remedio anodino en las inflamaciones,

y

que, como tal, se re·

r.emieuda su eficacia, eu lu cirugía de l\Ioosieur

J,afoye.