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~rsamente
en puJ,l ico. Si alguna ,-ez Hegan
a
leerse estos re11glones en
Ame-
1·ica , es toi seguro d e dos cosas : en primer lugar , que todos los que los l ean
l evanta ni. n la
Y07.
para c o nJ.enarme;
~n
segunclo, c1ue muchos me absolveran en
e l
fu?lclo d e
s u
con c ic n c ia ." ( "")
E ste es un p n nto de vista harto 1nelan c6li co. Una nacion entera empleada·
de un caho clel afio nl otro en r epresenta1· el papel
de
cortesano con respcc–
to
n
si misma
!
La consecuencia es que ella d eb e- perder gradualmente toda
in–
dinac ion
y
gu sto
n
la ver<lad,
y
caer en el p eo 1· es tado de d egraclacion ( pucs no
p ue<lc imaginarse uno mas penoso
y
hurnillante)--la p r eferencia d e los acl nl a–
d ores sobre los amigos . La t entativa di i· ig ida a impouc r al g e nero humano
una aclorac ion silenciosa d e los Americanos , eria puramente r idicula. Persc1·e–
r a nd o en ella , el jac tancioso
Demos
de la Ame1·ica ( ,,.. ) haria mas p ara clcsa–
cJ·ecl ita i· el r ep ublicanismo con su intolerancia, d e l o que jamas poclra recomen–
darlo con su economia.
«Esta extremada impaciencia, aun de la merecicln censura pronunciacla por
·Ios labios d e u n extrangero-esta abstinen c ia todavia nias extnt0rdina1·ia de to–
da alusion
6
recon ocimiento clcl error, es un rasgo clemasiaclo notable para no
provocar alguna obser vac io n
;-y
p en samos cru e en el se pue-:!e ver una d e las
peores
y
rna5 d esgrac iacl a c onsecue nc ias d e un g ohierno rcpublicano.
Es
d es<li–
c h a d e los sobemnos en gene ral, el h alforse nutridos con lisonja, hasta el pun–
to de que la saludable ycn l acl l es cause n a usea,
y
se 1•csientan como de la mas
am:irga d e las injurias d e cua1qui e ra lns inua c ion cl e sus errores,
6
indicac ion
de
sus p elig r os . P e1·0 d e todos los soberanos , el
soberano pueblo
est:\ mas sugeto
a
esta co rrupcion ,
y
mas fatalme nte d a nado pm· su pre,·al ecencia.
En
Ameri–
ca toclo d e pende de sus sufragios , cle
s u
frn·or
y
apoyo ;
y
p o r co nslgui e ntc cs–
ta e ngrasado con aclulaci o n per petua por 1os ri vales qu e se clisputan sus grncias:
d e m a n e r a que uallie se at\'eve a cleci de sus faltas ,
y
los mas austeros moralis–
tas n o o san susurrar una sola sil a ba en su p e1·jui ci o . De este moclo,
y
d e este
' solo m od o , poclemos explicar la extrafia senslbi1idad q ue alli r e ina con r es–
p ec to al m as l eve soniclo d esaprobador ;
y
la acrimonia con que , lo que en
cualq uie1·a otra p::irte
pas.~ria ~1or
s4aye admonidon, es en America r echazada
y
r e,;en t ida . .,
r
" " " )
«
Sc extienc!e c ada dia mas en los Estados-Unidos 4nn costumbre, que aca–
hara po i· !}acer van a'> l a ga rantias dcl gobic rno reprnsentativo: sucede mui
a
Inenudo q:ue los
elector.es, al n ombrar un diputado, le trazan un plan de con-
[• )
'fouc~u eville.
[•• ) Ari.tofanes .
[ *"]
EJimburgb Review.
Vol.
XXXIIJ.
1820.