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-54-

~rsamente

en puJ,l ico. Si alguna ,-ez Hegan

a

leerse estos re11glones en

Ame-

1·ica , es toi seguro d e dos cosas : en primer lugar , que todos los que los l ean

l evanta ni. n la

Y07.

para c o nJ.enarme;

~n

segunclo, c1ue muchos me absolveran en

e l

fu?lclo d e

s u

con c ic n c ia ." ( "")

E ste es un p n nto de vista harto 1nelan c6li co. Una nacion entera empleada·

de un caho clel afio nl otro en r epresenta1· el papel

de

cortesano con respcc–

to

n

si misma

!

La consecuencia es que ella d eb e- perder gradualmente toda

in–

dinac ion

y

gu sto

n

la ver<lad,

y

caer en el p eo 1· es tado de d egraclacion ( pucs no

p ue<lc imaginarse uno mas penoso

y

hurnillante)--la p r eferencia d e los acl nl a–

d ores sobre los amigos . La t entativa di i· ig ida a impouc r al g e nero humano

una aclorac ion silenciosa d e los Americanos , eria puramente r idicula. Persc1·e–

r a nd o en ella , el jac tancioso

Demos

de la Ame1·ica ( ,,.. ) haria mas p ara clcsa–

cJ·ecl ita i· el r ep ublicanismo con su intolerancia, d e l o que jamas poclra recomen–

darlo con su economia.

«Esta extremada impaciencia, aun de la merecicln censura pronunciacla por

·Ios labios d e u n extrangero-esta abstinen c ia todavia nias extnt0rdina1·ia de to–

da alusion

6

recon ocimiento clcl error, es un rasgo clemasiaclo notable para no

provocar alguna obser vac io n

;-y

p en samos cru e en el se pue-:!e ver una d e las

peores

y

rna5 d esgrac iacl a c onsecue nc ias d e un g ohierno rcpublicano.

Es

d es<li–

c h a d e los sobemnos en gene ral, el h alforse nutridos con lisonja, hasta el pun–

to de que la saludable ycn l acl l es cause n a usea,

y

se 1•csientan como de la mas

am:irga d e las injurias d e cua1qui e ra lns inua c ion cl e sus errores,

6

indicac ion

de

sus p elig r os . P e1·0 d e todos los soberanos , el

soberano pueblo

est:\ mas sugeto

a

esta co rrupcion ,

y

mas fatalme nte d a nado pm· su pre,·al ecencia.

En

Ameri–

ca toclo d e pende de sus sufragios , cle

s u

frn·or

y

apoyo ;

y

p o r co nslgui e ntc cs–

ta e ngrasado con aclulaci o n per petua por 1os ri vales qu e se clisputan sus grncias:

d e m a n e r a que uallie se at\'eve a cleci de sus faltas ,

y

los mas austeros moralis–

tas n o o san susurrar una sola sil a ba en su p e1·jui ci o . De este moclo,

y

d e este

' solo m od o , poclemos explicar la extrafia senslbi1idad q ue alli r e ina con r es–

p ec to al m as l eve soniclo d esaprobador ;

y

la acrimonia con que , lo que en

cualq uie1·a otra p::irte

pas.~ria ~1or

s4aye admonidon, es en America r echazada

y

r e,;en t ida . .,

r

" " " )

«

Sc extienc!e c ada dia mas en los Estados-Unidos 4nn costumbre, que aca–

hara po i· !}acer van a'> l a ga rantias dcl gobic rno reprnsentativo: sucede mui

a

Inenudo q:ue los

elector.es

, al n ombrar un diputado, le trazan un plan de con-

[• )

'fouc~u eville.

[•• ) Ari.tofanes .

[ *"]

EJimburgb Review.

Vol.

XXXIIJ.

1820.