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-YTO-

a

tos

opri~idos

el d e1·ectio de qucjar:;c: a nte la just:cia . Entrc eso, pucb1os, no

debc considerarse

la

inde penJencia de

la

prensa como una de las garantias, sino

comO

}a

unic:i

~arantia

que quede de la libert;H}

y

segaridaJ. de los ciuclacfonos.

Si Ios hombres que gobiernan

a

e'as naciones hablasen de arrebatar

a

la

prens~

su indepenclencia, el pueblo P.ntero p odria responderlcs: D ejadnos perseguii· vues–

tros cdme nes ante los jueces ordinarios,

y

tal vez consentiremos entonces en no

apelar de ellos al tribunal d e la o pinion.

En

loi;

paises d ond e reina osten5ihlernente el dogma de la sober:mia nacio–

nal,

b

censura no solarncnte es un p eligro , sino tambien un grande absurclo.

Cnando se conc ed e

a

c::icla uno d e recho de gobe1"T1a r la sociedad , es prcciso re–

conocc r e n el la capaciJa d d e escogcr e ntre l as di feren tes opiniones que agiL::m

a

s us conternpo raneos,

y

la de apreciar l a s dife rentes hechos cuyo conocimiento

puedo guiarle.

La sob erania nacio nal

y

la libenad de la prcn sa son pues dos cosas entcra–

mentc conebtivns ; l a censura

y

el voto univ e rsal son por el contrado dos cosas

que se contrnclicen,

y

no pueden hallnrse largo tiempo en las instituciones po–

liti c as de nn m ism o pueb lo.

«

f uch a s gentes en F rn n c ia se irnnginan que alli la violencia de la prensa

d e pencle de

b

instabilid ;vl cl cl estaclo social, de l as p asiones politicas,

y

del mnl–

estar general que es s u

con~ecuencia.

Aguard a n p ues sin ce a r una epoca en que,

t omando la sociednd un a si ento t ranquilo , la prensa

a

su v ez se calme ....

A

mf

1

nc p:trece qne

la

pre n sa p e ri 6Ji ca ti ene instintos y p asion es prop ias , indepen–

dientcmentc

d e

las ci1·cunstanc ias en m edio

<le

l as cunle· opera . . La America es

tal ve7. ,

en

cste tnome n to, el pais clel m n n do qne encierra en su seno rnenos

ger–

m enes rle r evoluc ion. Alli, sin emba rgo,

la

prensa t ienc l a s rnisrnns aGc ioncs des–

truc toras qne e n Fra nc '. a,

y

ln

m isma v iol encia , sin

la~

m is1n:is c;iusas de c6l cra .

En

Amcfrica coma en Francia, ella es aqu ella p o t encia ex traord innria , tan es–

trai"i amente m ezclach d e bi en es

y

cl e males, que

s i n ella l a libertacl

no podria

Yli'll' ,

Y con ella el ore/en ap en as

prrnde

m a nten cr sc.

Es prec iso d ec irlo: l a prensa ti e n e rnuc ho m enos pocler en las Estados-Uni–

dos q ue entre n oso tros.

racl a cs m'\ < 1·aro alli , sin e 1nbargo, que una accion ju–

di cial contra ella. La raz n

e~

sen c illa . L os .\me ric:inos a dmitiendo entre ellos

el <log ma de h

sober an ia <lel puebl

' h:in h ech o de cl una aplicacion sincera.

N o h a n tenido

la

idea d e funclar , c o n

lemc ntos que cambian todos los dins,

cons t i tuci o n es cuya dn ra c ion fu ese e terna. Au:icar las leyes exist entes no es pues

criminal, con tal que no se qui e ra substrnerse de ellas con la vinl encia . Creen

p or ot1·a parte qu e

las tribunales son impotentcs para mocle rar la prensn,

1

que la flexibil idad de

las

l eng uas hnmnnas esca pnndose sin cesar del analisis ju–

d iei nl ' los d elitos d e es la n ntu ral ez::i se cscu

1

Ten en nlgun modo d elante de

la

mano que se exticnde llara aganadoa .

Piens~n

que

a

fiu de obrnr eficazmentc