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rdllan ; se veriGca
un~
trnsformncion lenta que conduce un progreso por largo
tiempo oculto-como un grano sembrado en ti erra brota una debil punta que
acaba por subir bajo la forma de v:istago delicado
y
esvelto. Tienen derecho las
»ociedades humanas para desarrollarse
y
cambiar sus formas exteriores , esto es,
sus g,obiernos. Seria tan impio prohibir esos desarrollos progresivos, como opo–
nerse
a
la educacion de los individuos. Puesto que las sociedades estan cfotadas
de fuerza para obrar
y
perfeccionarse, en todas las grandes <l.irecciones de
la
na–
tnraleza humana, poseen por lo mismo el derecho de realizarlo . En esto , el po–
der encierra
a
la focultad. Pero este cambio de forma no debe ser nrbitrario,
sino necesario--una manifestacion i11dispensabl e de la renovacion del fondo : una
sociedad no puede tener nuevo gobierno sino cuando el1a se ha renovado.
Asi queda proscri pta aq uella fulsa filosofi.a politica que estipula derechos para
todos los podcres de hecho que encuentra,
y
tan solo coucesiones para los gober–
n ados; que produce en aforismos politicos los accidentes de la feudalidad, en que
se hallaba el podel' fraccionado entre granclcs
y
pequeiios seiiores, en que
la&
municipalidades tenian sus privilcgios, en que l as
Carlas
y
los
Dereclios
yaria–
ban de prnvincia
a
provincia, de ciudad a ciudad. Asi quecla rechazada la
ne–
cia
6
la astuta doctrina que se entromete
a
predicarnos ese peri6dico que lla–
man, no se porque ,
la P aix,
sin interes ni mision l eg1tima.
La lei del derecho social es el movimiento :
y
nos quereis condenar
a
l a in–
mobilidad, como
a
Prnmeteo encadenado sobre su pei'ia co! tPor que las socieda–
des hab ian de eximirse de esa l ei universal de cuanto vive, de cuanto existe? 'fan
l ejos esta un pueblo de poder r enunciar
a
pei·fec cionar su Constitucion, como un
h.ombre
a
m jorar
y
pu riGca r
SU
conducta.
Po r que concibo que las Cortes Constituyentcs han sido secretamrnte inspi-
1-ndas por estas ideas , por
eso
les tributo sinceramente mi aprecio,
y
me ailhie_
1•0-desnudo de todo egoismo-a su obra . Me es imposible
r~husar
mi
estimacion
Y
respeto al individuo cuya firma aparece la primera al pie de la Constitucion
d.e
1837 ,
cuando 1·ecuerclo la iufluencia que el ejerci6 en la formacion de Ia
de
1 81 2.
l amas he tenido l a honra de hablar
a
D.
Agustin Argii eHes; pero es
un
d.eber confesar que a la l'ectitud de
SU
caractel' ha afiadido
Ull
timbre glorioso:
ha marchado con su siglo; ha estudiaLlo las doctrina practicas;
y
observando las
circunstancias de
SU
pais ' ha prnpendido como Solon a darle las leyes que
ha
juzgado se hallaba en estado de recibir con provecho. Como nuoca le alabc
cuando gozaba de alta reputacion , ahora le elogio cuando
le
veo injustameute
de1wimido .