134
ENTRETENIMIENTOS
exercerán aún su ciego furor sobre las demas
Naciones.
En medio de este espíritu de latrocinio,
con que está infestada la 1:ierra ,
y
que na–
die puede desecharle ;
y
en medio de los da–
ños , con que estan amenazados los Pueblos,
nada es suficiente
á
una República , para no
tener q,ue temer
á
sus propias pasiones.
~
menester que desconfie de las de los extran–
geros,
y
que se mantenga en estado de con–
tenerlas,
y
reprimirlas. La justicia, la bue–
na
fe ,
la moderacion ,
y
la beneficencia, que
inspira el amor
á
la humanidad , son pro–
pias , como lo habeis visto , para conciliar la
estimacion ,
y
afecto de los extrangeros,
y
por consigl'liente para servir de defensa con–
tra sus pasiones. Pero aun este apoyo,
y
es–
ta defensa, Aristias, no es i1npenetrable
á
la maldad de los hombres. Esperad ,
y
ve–
reis descarrearse las pasiones en su embria–
guez, hasta llegar
á
despreciar,
y
aborrecer
las virtudes. Reprimidlas entonces por
el
temor; esto es, haga la Política una ley
de no cultivar la paz, sino estando siem–
pre dispuesta para hacer dichosamente Ja
guerra .
. No ignoro, que un Pueblo templado,
que ama el trabajo, y Ja gloria,
y
que te–
me
á
los Dioses , tendrá
necesaria111ente
va–
lor en los combates, paciencia en las fatigas,
y