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ENTRETENIMIENTOS

exercerán aún su ciego furor sobre las demas

Naciones.

En medio de este espíritu de latrocinio,

con que está infestada la 1:ierra ,

y

que na–

die puede desecharle ;

y

en medio de los da–

ños , con que estan amenazados los Pueblos,

nada es suficiente

á

una República , para no

tener q,ue temer

á

sus propias pasiones.

~

menester que desconfie de las de los extran–

geros,

y

que se mantenga en estado de con–

tenerlas,

y

reprimirlas. La justicia, la bue–

na

fe ,

la moderacion ,

y

la beneficencia, que

inspira el amor

á

la humanidad , son pro–

pias , como lo habeis visto , para conciliar la

estimacion ,

y

afecto de los extrangeros,

y

por consigl'liente para servir de defensa con–

tra sus pasiones. Pero aun este apoyo,

y

es–

ta defensa, Aristias, no es i1npenetrable

á

la maldad de los hombres. Esperad ,

y

ve–

reis descarrearse las pasiones en su embria–

guez, hasta llegar

á

despreciar,

y

aborrecer

las virtudes. Reprimidlas entonces por

el

temor; esto es, haga la Política una ley

de no cultivar la paz, sino estando siem–

pre dispuesta para hacer dichosamente Ja

guerra .

. No ignoro, que un Pueblo templado,

que ama el trabajo, y Ja gloria,

y

que te–

me

á

los Dioses , tendrá

necesaria111ente

va–

lor en los combates, paciencia en las fatigas,

y