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ENTRETENIMIENTOS
cia podria no faltar
á
las oblígaciones de
·Magistrado ; y juzgo que si gobernase de
Sátrapa en la Persia , me contentaria precisa–
mente con desear el bien , sin poder execu–
.rarle. D ebeu detenerse todos los resortes
del Gobierno en un grande Estado,
y
todas
las leyes son necesariamehte despreciadas.
Mientras que todo puede ser nervio,
acci~
"f
fuerza en una República corta , parece que
un grande Imperio está herido de paralysis;
y este es el motivo por el qual un puñado de
J'ersas ha conquistado en otro tiempo la Asia
baxo el dominio de los Medos. Esta es Ja ·
causa de las desgracias de Xerxes; y por la
misma han hecho temblar nuestros padres
~sus sucesore~
aun en su misma Capital.
Mi
Es uniforme la doctrina de los anriguos sobre esta materia:
hacian poco caso de las que llamamos grandes Potencias. Hoy
las grandes Provincias tienen menos fuerzas, que las que te–
.ni:m en otro
tiempo muchas
Repúblicas de la Grecia. No era
extraño encontrarse en un terriwrio
d~
una mediana exten–
sion
tr~inrn,
6
quarenta mil Ciudadanos;
y
los dueños de este
terreno , gracias
á
Ja forma, y policfa de su Gobierno , renian
para defenderle un exércico de treinta, ó quarenta mil hom–
bres.
t
Quaneos Reynos considerables no estan en estado de.
mantener hoy exército semejante? L1 polida de los antiguos
Griegos, que no limitab1 el empleo de los Ciudadanos
á
un
solo encargo , su frugalidad, la sinceridad de sus costumbres,
y
sus fortunas domésticas , menos desproporcionadas que las
nuestras, multiplicaban sus fuerzas , su industria , su valor
sin aumentar los brazos. ¿Sucede lo mismo con los Pueblos
modernos? Sin duda que no; y esto es lo que los hace débi–
les. Si quisiera seguir esta idea, y hacer ver las razones por
que un Estado, que hoy tiene diez millones de vasallos , no
puede 1ener mas que un exército de cincuenta mil hombres, y
mercenatios, necesilaba mucha e:s:tension.
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