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B. PÉREZ GALDÓS
.
"
tan
á
la Vi.rgen María, denigran
á
Jesucris~o,
llaman bobos
á
los Santos,
y
mandan demoler
las iglesias y profanar los altares. Los minis- .
tros
del Sefíor hállanse hoy en la. condicióll
más precaria:
~e
les .trata peor
q ne
á
los
laqro .
nes
y
asesinos; el
culto,
sin
decoro
ni
mtfgnifi· -
cencia
á
causa de la
general pobreza de
la
Iglesia, entristece el ánitno. Los
hombres
no
piensan
más
qu,e
en reuuir dinero, en
r~ftir
los
unos con
los
otr<)s y
en disputarse
el
gobierno
de
las naciones, que al dejar de
ser
guiadas
po~
la
política cristiana
y
único
gobierno PQ–
sible, que es el de
Cristo;
marchan con
paso
ligero
á
~11
disolución
y
total rnína.
~
.
D.
Silvestre
no'
quitaba
los ojos,
mientras
.hablaba, de D.
Juan
de
Lan~igua,
como
pre–
guntándole:
«¿QL1é
tal -lo
b ago?3
P ero
el
iusig–
na
juriSCOPSllltO fué
la
túnica persona
que
no '
se mostró entusiasmada
con
el
discurso del
cura,
sin
duda
por
no' creerlo
~ni
nuevo
ni
opor,..
tuno; que todas las ocasiones no
son propias
para decir verdades. El doctor Sedeflo, q
l1a
era un poco en fático, diJo tambjéu' algo corus–
cante sobre la
r uindad
de
l~s
tiempos;
-pel'o
á
pesar
de su
mérito n o ha llegado el texto á
nuestras
manos.
'
"
cMalos son
los
tiempos-dijo Su
Itllstr!S3i·
roa, dirigiéndose
principalmen te al
CUlta
y
á