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GI,ORIA:
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huellas de
prof~~dísjmó d~lor
y
tristeza. En
cambio, la madre parecía completamellte fellz '"
por la presencia de su hijo, y le
ob~ervaba
con interés.y amor. La )sefíorita de compal1ía
no decía n'ada, ni en la casa de
la
del Reben,- .
que qued.ó memoi'ia ne su metal de voz. Era
UDa figura r decorativa que,. por ,,lo delicada
y
vaporosa, hacía contraste con lá ruda·corpu–
lellcia de
Sansón.
Isidorita lle'gó sonriente
y
deshaciéndose en
cumplidos aute la persona ' majestuosa de Es ..
tlle.', que así se llamaba la madre' de nuestro
héroe. Esta .le ,rogó amablemente que se sen–
tase
(á
lo cual no quiso
acced~r
la patrona),
y
después le dió algunas órdenes relativ-as
á
lo
que deseaban tomar aquella noche.
«Otro favor espero de usted-atladió· con
bondad.-Mi hijo está malo.
Nó
quiero
de–
jarle solo esta noche. Si usted dispone que me
pongan mi cama ·en 'este cuarto, se
lQ
agra–
deceré.
\ -Con mil amores, seilora. Pues
no
'faltaba
más. En cuanto venga Bartolomé traeremos
la cama ... porque 'es algo pesada. Como que
es toda de hiel'ro, inglesa;
sí,
setlora, inglesa.
¿QUé
más?
-Nada más por ahora. No quiero entreta–
ne1'
á
usted, que tendrá quehaceres.
I
,
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