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B. PÉREZ GALD08

En

dfás

·de

Nordeste,

que es

un viento

muy

amigo de las neuralgias, solía ceftir fuerte–

mente

su

cabeza con

un

patiuelo negro,

y

pe–

garse

en

las sienes negros parcheciHos. Cuftn–

do las humedades

la

hacían claudicar de

la

pierna izquierda,

á

causa de

la

detestable pro·

. pensión

al

reú tna adquirida atios atl'ás,

se

apoyaba

en

UI!

bastón negl·O.

En

los días se–

renos

y

templados'

ql18

convid.aban

á

gozar de

la

Naturaleza

y

confiarse

á

ella

sin miedo,

daba una vuelta por

la

orilla del mar en coín·

\ pafiía de F rancisca. Sent,ándose

en

cualquier

roca, sacaba del hondo bolsillo la 'lahor, que

jamás olvidaba,

y

picoteando con las agujas

se ponía

á

t rabajar

en una

media negra.

r

T enía

el sembIan

te

agraciado

y

tltanquilo,

tef1 idas las mej illas de leve rosicler mustio,

como de flor tiempo

t ronchada. Lo mismo

que

en

el setior Prelado, en

ella

la sonrisa era

el

signo

más

elocuente

y

sostenido del lenguaje

de su cara,

y

sus

hermosos ojos claros que

habían visto tanto mundo

y

llorado tantas

penas, relucían con cierta

expresión

festiva

entre

las

negruras

de que estaban rodeados.

Del mismo modo,

el

alma de Serafinita se

sostenía

confiada

y

valerosa

con

el

admirable

temple que dan

la

conciencia pura

y

una

Cl'eeD–

'cia

iumutable.