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(
2·02
B. PÉREZ GALD6s
~_~
Te
'm..
" ..x t~·_I1O¡_"
________'--__ ........
l:::~ s ojos~
Tú me
aconsejaste que
hiciéraIP~
ambos
un
~acrificio;
¿pOl'
qué
te
opones
~ho"i~á?
·.....-l:>orque mi
Dios
me
impulsa
hacia tí,
y
me
dice: «Anda
y
tómala, que es tuya
y
lo será
por
los siglos de los siglos.»
1>
--: ¿Quién
es
t.u Pios?
~El
tuyo. No
h.~y
más que uno.»
Gloria sinti6 que
á
borbotones manaba de
su alma la
s_ensibilida~.
No
püdo
contenerla.
cDaniel, amigo ' de mi alma-dijo con pa ·
sión,-te suplico que te
vaya~.
Vete¡
.si
quiere
I
\
.
quedarte
en mi
·corazón.
-¡No quiero, no quierol»
Lo
dijo
cQn
tanta
fuerza, que causaba
miedo.
Sintió Gloria circular en derredor de
BUS
sienes
un
remolirio ardiente que cegaba las
claras facultades de
su
espíritu, como el
vért.ic€de caliginosos vapores que ,obscurecen Ja
luz
del sol.
«Amigo,
si quieres
que te quiera más
que
á
mi
vida-dijo medio trastornada,-vete,
y
dé ·
j!1me
en
paz:o. ¿No crees
lo
que
te
digo? Auseu–
te, ausente es como te q niero más.
-¡Falsedad, falsedad, falsedad!
-¡Oh,
quépequeíio er'esl-exclamólajoveu
a:pelando desesperada
á
la razón.-Esto es in·
digno de
tí.
No eres como
yo
creía,
Daniel.