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..

eit.úñtA.

"

ángeles,

alegra

las

horas de

les

dos ancianos•••

¡Oh

Dio~

mío,

qué

fe~ices

sonl.

Pasó

algún tiempo

más.

Las calles

eran

ríos.

Los

tejados vaciaban

agua,

cual

si

sobre ellos

se

romp-iesen

las compuertas

de

un estanque;

la lluvia azotaba

con

sus

mil látigos las pare–

des; corría la

gente

despavorida. Por fin,

des–

pués

de

media hora

de

diluvio,

pareció que

se

hubia

concluido

el

agua

de los

cielos. Adelga–

zaron los chorros. La

nube de

verano-pasaba,

y

lu,

Naturaleza

tendía

á

serenarse

con

la rapi–

dez

del que se ha

encolerizado

por

broma.

eMe parece que podré

seguir-pensó

Mor–

ton.-Pero

¡cómo

habrán quedado esos

cami–

nos!. .. Está escrito que no naufrague

yo

una

vez

sola

en

Ficóbriga.. -

,

Esto pensaba,

cu~ndo

.sintió gri'os

y

voces

en la plazoleta

y

también

-dentro

del jardín

de '

Lantigua.

Mucha

gente se reunía allí. Daniel

acudió tranquilamente

primero,

y

á

toda

prisa '

cuando sintió entre

las

distintas voces

de

alar-

I

ma la

voz

de Gloria.

c¿Qué ocurre?-preguntó al primero que

encontró

en la plazoleta.

-Que con la mucha agua, el puente de Ju–

das se ha

roto,

y

la señorita

Gloria

está asus–

tada porque el Sr. D. Juan

y

el sefior Obispo

no_han

vuelio

toda

vía del Soto.»

.

..