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fa
o ·,
• "
una cosa nI otra, no ·consIstIó en
él.
Parecía
la
~aturalezá
corporal de aquel hombre que–
bl'antada
ó
por estudios
ó
po~
penas. Podía --------–
.también observars.e en su semblante una tris- '
'. teza serena;
muy
distinta de
la
teatr~l ·
misan- .
~.
tropía de los escépticos. Ouando -Ie
cono~ea-
!'
mos mejor, veremos que aquel melancólico ' .
,.- sentimiento, que tan claramente salía de lo
),
hondo
á
la superficie de su persona, era"
más
que hastío de
sí
mismo, ' una corno lástima
J
profundísimt\ de los demás.
. Contemplando
á
su
hija,
que por cent,ésiína
vez se Ream-aba
á
la ventana, le dijo con afa_'
ble tono:
cGloria, por
más
que te muevas y mires, y
esperes y tornes
á
mirar, nuestro querido via–
jero no viene todavía. Ten calma, que
ya
lle- .
gará~ .
'
¡ Gloria volyi6 al lado de su
padre~
Andaba
en los diez y ocho anos, y era de buena esta–
tura, graciosa,. esbelta, vivísima, muy 'inquie-
. h.
Su
rostro, por
ló
coml1n descolorido 'en
las mejillas,
rev~laba
un desasosiego constan–
te,
como
de
quien no está donde cree deber
estar, Y,sus ojos no podían satisfacer con nada
sú insaciable afán de observación. AlU dentro
había un espíritu de enérgica vitalidad que
necesitaba emplearse constantemente..
¡Euean-