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B. PÉRHZ GALD6S
res) son miserables; las segundas también.
Es
Ficóbriga una villa de marineros y iabradoreer
pobres. Algunos indianos ricos dUeJ.!llen sobre
sus lauros comerciales -en media docena de
vi–
viendas pulcras
y
cómogas. ¡Qué calles, Santo
Diosl Las humildes casas est,rechas y sucias no
se caen al suelo por no darqué decir,
y
dE)
s~s
indescriptibles balconajes penden redes, vesti–
dos azules" hÚ,medos capotes y
ron
suertes de
descol,oridos harapos, así como de sus caduco's
aleros cuelgan panojas err
racimo~,
pulpos .
puestos
á
secar y ristras de cebollas.
Pasamos por delante del Consistorio, sito
en el fondo de la plaza, enfáticamente conven–
cido de que es digno de ser mirado; pasRulos
cerca de la Abadía, h ur.afia vieja que se escon–
de entre casuchas tan viejas camo ella, for–
mando el más
dep~orable
corrilloarquitectóni–
co,
y
después de dar vuelta
á
la villa, volve-
I
mos al extremo de 'ella sobre la ría, por donde
entramos. En dicho sitio hay una plazoleta,
sorobreada por dos acacias
y
un
ála~o
verru–
goso.
, En la plazoleta (mirad la bien porque ahora
comienza nuestra historia) hay una casa; me- _
jor sería llamarla palacio, pues su aspecto en
medio de tan
rufn'
pueblo es verdaderamente
magnffico~ .
Compónese en realidad de dos edi·