r
,
,
GLORIA
7
,
, las montafias, jnro,ensa escalera que conduce
á
los
cielosl ' L'~s
más lejanas confunden
'SÚ~
va–
gas tintas' con la,s nubes; en las más próximas
se ven manchas rojas, semejantes
á
sangrien–
tas heridas, y lo son realmente, hechas por
el escalpelo minero que uno ; y
~tro
día
~es
troza la -musculatura de aquellos gigantes.
,', At.ropellándose suben hacia
Poni~nte,
y la
~uz
simula en la remotas cumbres
~xtraílas
eres-
-"-
tedas, protuber'ancias; torres, grietas, excre-
..
cencias., lobanillos, hasta que las nubes en-
vuelven en vapol'QSOS velos la deforme arqui·
tectura.
·
Después de atravesar Hn puente,de mltdera,
r -
que sumerge en el salobre fango sus podridos
.. pilotes, subimos una cuesta (casi estamos ya
en Ficóbriga), desde la cual se ve la ría, dan- -
do vueltas como si no
supie.~a
á
dónde dirigir-'
se ni dónde está el mar que la espera, metién–
·d.ose en todos los charcos de las madsmas,
,
.
.
.
cuando hay matea, y huyendo de ellos
á
pri-
aa desde que empieza la
baja ~
Escaso ;número
de. buques navega en sus pobres aguas"y sabe
Dios el
tra~ajo
que
le~
cuesta dar dos pasos
dentro de aquella angosta callejuela, cuando
se duerme el viento
y
l~ cor~iente
empuja,ha-
cia la peligrosa barra.
_
Las primeras casas (por 'fin llegamos, sefloq