D ON ANTONIO DE l E6N PINELO (
1596 - 1660)
Y SU OBRA
«fa
PARAISO EN EL NUEVO MUNDO» (
1650)
~JST6~IA
ANTIGUA
V.E LOS EGIPCIOS,
E LOS ASIRios,
DE
LOS BABILONIOS,.
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LO~
M·EDOS,
c; y
DE LOS
PERSAS~
, DE LOS MACEDONIOS,
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DE.
LOS GRIEGO$;
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pE LOS CAR
THAGINESES~
y
DE LOS ROMANOS.
Compudta ,
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X.AV~ER
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DE LAS DOS QYE
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Mr.
R.ollin, :i.ntiguo Refror de la.Univcrfidad de
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de
Eloqucncin en
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de
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Academia Real de Infcnpc1ones,
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Bellas Lcrras.
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AL REY NUESTRO SENOR.
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Esto
Historic antigua de las egipcios, de las asirios. de las babilonios,
etc, parece ser de Charles
Rollin, pero ucompuesto y reducido
a una
par
Don
Francisco Xavier de Villanueva y Chovarri».
y dedicoda al «rey nuestro
sefiom,
editodo en Madrid, par Joseph Rico, en 1876.
bres anteriores al Diluvio, segun
San Juan Crisostomo, sabfan
aun el antiguo lugar del Paraf–
so. ccConsta -como lo apunta
el mismo Pinelo- que Set hijo
de Adan, estuvo en la puerta
del Parafso, con permisi6n del
Angel que lo guardaba, vio la
fuente y el 6rbol de la culpa, de
cuya semilla truxo unos granos
que puso en la boca de Adan
despues de muerto, de que no-
Joyas de la Biblioteca
ci6 un arbol que en un tronco
tenfa cedro, cipres y palma, de
que se form6 despues la Sagra–
da Cruz en que padeci6 Christo
N. S.>> (I ,
119) .
Mfstica y leyenda
se rebaten bien con alegorfa y
lirismo, y Le6n Pinelo sale airoso
de la prueba, alegando victo–
riosamente que la espada de
fuego del Arcangel no puede
entenderse como un simple y
vulgar chafarote sino que con
ella se simbolizaba el ardor de la
zona t6rrida, en que se hallo el
Parafso. ccLa Espada de Fuego»,
dice Pinelo renovando un viejo
texto de San Anselmo y de Lac–
tancio Firmiano, fue en realidad
una muralla de volcanes, ccque
con el horror de los truenos, el
furor de las piedras
y
el ardor de
las llamas que causan, arrojan
y brotan, estorbasen a Adan el
volver al sitio que por su culpa
perdi6»
(I,
335). Los volcanes del
Nuevo Mundo -El Cotopaxi,
el Misti, el Masaya, el Momba–
cho, el Popocatepetl- son la
ftamfgera espada con el que el
Creador cin6 la morada inter–
dicta del Parafso.
La segunda parte del razo–
namiento pineliano es que el
Parafso no solo se hallaba al
Oriente del mundo conocido
sino que pudo hallarse en otro
continente. Huyendo de Asia
por los caminos de su dialectica
Le6n Pinelo acerca el Parafso
a America. Como toda propo–
sici6n ins61ita puede llevar un
germen de herejfa , mas si pro–
viene de un arbol sospechoso
como el de Pinelo, el erudito se
acoge a los rancios testimonios
de San Efren y de Moyses Bar
Cefas. Estos viejos cristianos sos–
tuvieron en efecto que el Paraf–
so pudo estar en un continente
lejano y distinto de los conoci–
dos. San Efren es un viejo autor
griego, lleno de ciencia infusa
y santidad prodigiosa que mu–
ri6 en la epoca del Emperador
Valente y cuya vida se escribi6
para edificaci6n de los fieles (I ,
116)
Moises Bar Cefas, quinien–
tos anos posterior a San Efren y
disdpulo de este, fue natural de
Mesopotamia . Estudi6 sagradas
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