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Los inventorios
que
subsisten prueban lo riqueza de las bibliotecas religiosos. Y una cierto curiosidad humanista. Sf, el Dante, pero
con
las anotaciones de
uno
de sus mejores conocedores, prebfstero
y
escritor itafiono, Francesco Soverio Quadrio.
realidad del Peru
y
por extension
de America. De todas ellas don
testimonio los inventarios consul–
tados
y
er') particular las biblio–
tecas de losprincipales intelec–
tuales u hombres de letras.
Capftulo aparte merecen las
bibliotecas institucionales del
siglo XVIII, pertenecientes a las
universidades
y
6rdenes o con–
gregaciones religiosas. Acrecen–
tadas durante siglos constitufan
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un riqufsimo patrimonio. Algunas
de ellas se habfan incorporado
los antiguos archivos . Como
la del Oratorio San Felipe Neri
que hasta principios del siglo XIX
guard6 junto a sus libros una ri–
qufsima colecci6n documental
sobre los alzamientos indfgenas
de la Colonia. Y este no fue el
unico caso . Por ahora
y
limitan–
donos a los fondos estrictamen–
te bibliograficos, interesa desta–
car
SU
importancia numerica y
tambien, por desgracia, la incu–
rfa
y
el descuido que sufrieron
durante el siglo XVIII.
Los inventarios que subsisten
prueban la riqueza de estas bi–
bliotecas religiosas. El Convento
de San Francisco de Lima tenfa
en 1798, cuando lo visit6 el pa–
dre Jose Lleras, mas de siete mil
volumenes; el Colegio Seminario
de Huamanga, mil ochocientos
libros. Las mejores
y
mas nume-
Joyas de la Biblioteca