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Siendo Ministro de Justicia del «Gobierno de la Moralidad», en 1855 Pedro

Gálvez firmó los decretos de reforma judicial

y

sobre delitos de imprenta con

motivo de las publicaciones hechas en Lima sobre religión

y

recomendó a los

prefectos para que, con prudencia trataran de contener los manejos sediciosos

efectuados con el pretexto de protegerla contra las posibles medidas de la

Convención Nacional (16 de junio). Ingresó a la Convención de 1855 como

diputado por Cajamarca

y

sostuvo los principios liberales jrmto con su hermano

José.

Veamos algunos aspectos de su vida política

y

diplomática tomados de la

interesante síntesis biográfica de cajamarquinos ilustres que publica monseñor

José Darnrnert Bellido (Darnrnert 1983).

Frente alas pretensiones de España, Inglaterra

y

Francia sobre América, el Tratado

Continental-firmado en Santiago de Chile en 1856- dispuso que los estados

signatarios se prestasen ayuda mutua en caso de ser agredidos por fuerzas

provenientes de países extranjeros

y

que, al tener que defenderse en las costas

vecinas,

y

que por no tener autorización de rm gobierno legahnente reconocido,

no fueren tenidas como piratas. Debido a sus cualidades Pedro Gálvez fue

nombrado J'vfinistro residente en Centroamérica

y,

conservando su plenipotencia,

desempeñó idénticas misiones en Colombia

y

Venezuela hasta 1859, logrando

las adhesiones al tratado de estos países, resolviendo problemas pendientes,

realizando gestiones

y

celebrando convenios que no desmentían su capacidad

jurídica, diplomática

y

sus profundas convicciones liberales; «ganándose

admiración

y

las simpatías tanto en las esferas oficiales, como en los círculos de la

sociedad», según anota Juan Antonio Ribeyro. Gálvez fue ministro residente

simultáneamente en Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua,

Colombia

y

Venezuela, desde 1856 hasta 1859.

Por los éxitos de su misión

y

su calidad diplomática, Gálvez fue trasladado a

Francia

y

España. Su nombramiento, como era natural, produjo fuerte reacción

por parte del representante español en Lima, Juan León, quien informó a su

gobierno acusándolo de ser hostil a la antigua metrópoli. Por su parte, Salvador

Tavira, encargado en

Lima

del asrmto de la barca española <dvfaríaJulia»,

al

informar

de sus gestiones al J'vfinistro de Relaciones Exteriores, Sr. Carpio, le solicitó que

Gálvez <mo desplegara su carácter en España al no estar reconocida la República

Peruana por Madrid>>.

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