pared, por la alud de alguien, por el entierro: todo
trabajan
para todos.
En este
trabajemos juntos
y en e te crecimiento de ciudad
vemo
también cómo e han ido agrupando lo que llegaron
por olas, y una de e as grandes o la
fu e la de la viol enci a.
¿Quiéne llegaron? Ayacuchano , huancavelicanos, provinciano
de todo
lo
lugare má pobre del Perú, de de allí, donde la
violencia e en añaba con ello . Y, curi o o, van in adiendo
junto , y luego terminan teniendo siempre juntos barrio con
ofici s
imilare . Alguno mantienen un pie en u tierra, no la
quieren dej ar, pero el miedo a Sender Luminoso, a la Po licía,
al Ejército, lo
tiene un tiempo pa ralizad o , pero digamo ,
poco a poco, tranquilos,
igu en trabajando, callado ,
in hacer
a pavientos. Caído Send ro, calmada la co as, viene el trabajo
má duro, el crecimiento y el de arro llo. Mucho ayacuchan
a entados en Lima comienzan con taller
artesanale comune
o pre tado para hacer crecer u arte y ampliar us mirada :
encuentran en la exportació n un camino, o tro
e van, otro
pro iguen y hacen de Lima u plaza y desarrollan tambi én en
u pro incia el mercado d e u arte: hoy en día eamo Quinua,
Ayacucho, dond e
el
d e arro llo barria l de u arte anía e
realmente ejemplar.
También e tán aquellos empr sario
empre ndedo re , que
e cierro, arrancaron e n la informa lidad má absoluta. Pero
trabajando de sol a ol y con miles de dificultades, trabaja ndo
con us parientes má cercan
, lograron el éxito. Tienen h oy
empre a
fo rma les, pagan us impue
to
y so n rea lme nte
pujante : Topy Top, N ova, el grupo Añaño ,
Anyp
a, y tantos
otros. No tuvieron miedo, tuvieron la
i ión de que podían y
ganaron . Tuvimo e n el coloquio a
a ri os empre ario d e
diferentes rubro , moda, maleta , con trucción, maquinaria ,
textiles, en fin , todo con un empuje admirable y, en el
bu~n
sentido, envidiable.
Hay también lo
fra casad
, aqu ello qu e la uerte n o
acompañó, que no tuvieron qui én le
tienda una mano, que
la pobreza lo abrumó. Que el terrori mo los hizo añico , que
e l
E
tado no e percató nunca de e ll os, nunca le dio lo
elemental. En urna, tienen una pobreza infinita.
Y
e to , los
de olados, lo hambrientos, o n mucho en nue tro paí .
¿Qué sucede en la cabeza del otro, d
1
limeño que mira
con desdén a esto personajes pujante y a aquello pobres si n
iquiera entir una pizca de remordimiento? ¿Qué ucede con
este limeño o este provinciano que quiere crecer para í mi mo
y que no le importa nada y e
indifere nte? ¿Qué pa a?, se
preguntan. Pero, ¿por qué nos dicen e o? Si yo trabaj , hago
negocio , gano y es para mí , gano y es para mí y mi pareja,
gano y e para mi familia, la nuclear claro, gano y qué importa
que el otro no tenga, aunque sea mi hermano o mi madre,
que viva con lo que tiene, no me preocupo por él, n
le doy
trabajo para que crezca, te ngo mied o d
esos o tro , no le
genero confianza y tampoco yo e la
tengo. C rezco y acumulo,
VISIONES DE LA MODERNIDAD DESDE LO CHOLO
incegrase
a la sociedad,
especialmente
de
los hijos de los
migrantes·
pp. 36
-
38
Desde
un punto
de
vista
cultural, es
importante
destacar
cómo son
elaborados
los procesos de
aceptación
y
rechazo.
La
generalizada
fascinación
por
«lo extran–
jero»
(occidental) probablemente
se
incor–
pora
como elemento integrante
del
sentido
común durante
esta primera
migración
que
tuvo sus escenarios
preferentes
en
el
Callao y
Lima.
Es
de
lamentar
que
no
se haya
escrito
aún
una novela
propiamente chalaca,
pues
en
el
puerto la
migración de ultramar
no
fue acompañada de
un necesario
proceso
de aristocratización.
Acaso por la
frecuencia
de
traro con
las
tripulaciones
de los más
diversos
lugares del mundo, la
migración
que se
asentó en
el
Callao fue
más
plebeya
que «blanca».
Los primeros
clubes deportivos y los
primeros
grupos
a narquistas
surgen
en
el
Callao.
Pero
además, las
posteriores migraciones
incernas no mvieron
por
objetivo
el
puerto.
Ello
contrib1tyó
a proporcionar
una
espe–
cífica
configuración
culruralal Callao que,
aún
hoy,
cuando
forma
un continuo urbano
con Lima,
es
fácilmente
apreciable.
El contacto con
el
mundo extranjero
no tuvo una contraparte en
el desprecio
jerarquizador hacia
q1den venía
de
las
pro
incias. No
se
debió
quizás a
virtudes
morales
ino
al hecho de
no
ser
necesario.
Por
eso se explica que
el
Callao pueda
tener una
proporción
relativamente
alta
de
descendientes
de
migrantes
de
ultra–
mar, pero
sin que eso
lo
convierta en
una
zo na
«blanca• o
de
«blancos». Como
indicaremos
luego, la
condición
de
blanco
no
se refiere
principalmente
al color de la
piel.
Son otro
tipo
de
«colores», los colores
simbólicos
los q1te
entran en ju.ego como
manera
de
clasificación
de
las
personas.
Pero
además, los puerros
no son
propicios
a la.quietud
ni
a la
pulcritud
de los
jardines.
En ge neral, en
1m
puerto,
centro de
comercio e intercambio
por excelencia, hay
pocas cosas que
•ensuciar».
(~
25