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¿C
omo
iniciar
la gran
T
ransformación
?
Por ello es triste constatar que, después de Marx, fueron dos siglos
de obscurantismo, repetición de frases cliché, y prácticas redun-
dantes destinadas al fracaso. Cuántas vidas humanas sacrificadas
por negarse a continuar reflexionando sobre la teoría y la práctica
revolucionaria conducente a la gran Transformación. Cuántas ve-
ces nos hemos esmerado en repetir “ni calco ni copia”, y tantas ve-
ces repetíamos frases huecas, sin ninguna relación con la realidad.
El segundo ejemplo es el siguiente: ¿cómo conciliar, por un lado,
la afiliación política solamente para conseguir un puesto de trabajo
remunerado y, por otro, el trabajo político honesto y desinteresa-
do? Porque, dado el extremo nivel de desempleo, la mayoría de
las personas usan la actividad política para resolver sus proble-
mas económicos inmediatos. No hay un sentimiento de cambio, de
transformación; menos aún, interés en conocerlos. La sola preocu-
pación es que su candidato gane, quien fuere, y con él conseguir
alguna ventaja económica.
Al mismo tiempo, ¿cómo conciliar, por un lado, el trabajo de los
“izquierdistas” sin un centavo en el bolsillo y, por otro lado, la
necesidad de contar con abundantes recursos financieros que exige
actualmente toda campaña política?
Porque, desde el Cenáculo romano, los puestos políticos no son
para servir a las mayorías sino a los intereses de los elegidos. Y
esto hace que cada puesto, según su nivel de importancia, tenga ya
un precio previamente definido. Y los ganadores, por cierto, no se
dedican a atender las necesidades de las mayorías sino a sacar el
máximo provecho de lo “ganado”. Desde entonces, vivimos una
Democracia censitaria. Una democracia al servicio de los que tie-
nen dinero. Esta es, en la actualidad, la esencia de la Democracia
representativa y participativa.
En estas condiciones, la “izquierda” que no cuenta con un solo
centavo, ¿cómo puede enfrentar a una “derecha” que dispone de
miles de millones dólares? (Con la excepción de los “izquierdistas