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166 —

¿C

omo

iniciar

la gran

T

ransformación

?

marcó definitivamente la derrota de los reyes. Pero esta derrota

política no fue el resultado de discursos inflamados de “izquierda”,

o de un simple acto militar. Cuando los burgueses dan la estocada

final al feudalismo, ya eran tan o más poderosos económicamente

que el Rey. Este es un hecho histórico muy importante a retener, y

de cuyo proceso no hemos sabido sacar todas sus enseñanzas.

Y, cosas de Ripley, fueron los mismos reyes quienes hicieron cre-

cer económicamente a los burgueses, sus sepultureros. Todo el lujo

que desplegaban los reyes no era producido por sus siervos cam-

pesinos, sino por los obreros de los burgueses. Grandes industrias

burguesas se levantaron, cuyas huellas todavía se pueden obser-

var en toda Europa, gracias a las voluminosas compras realizadas

por los mismos reyes. Castillos fastuosos de príncipes y reyes eran

construidos por obreros pertenecientes a la industria burguesa.

Salas de diversión o de entretenimiento, como los deslumbrantes

Opéra, a gusto de cada Rey, fueron diseñados y construidos por los

obreros de los burgueses.

En suma, los reyes gastaban, los burgueses se enriquecían. De tal

forma que, cuando los burgueses dan el golpe político, eran tan o

más ricos que el mismo rey.

Este hecho histórico no hemos sabido asimilarlo en nuestra lucha

por la gran Transformación. Seguimos empecinados en un discur-

so de izquierda sin construir, en lo más mínimo, la base económica

de la gran Transformación, aquella que sostenga ese discurso. Y,

sin embargo, lo que es lamentable, condiciones existen para crear

la base económica de la gran Transformación.

Sobre la contradicción fundamental

Parafraseando a Marx se puede decir que los reyes crearon su pro-

pio sepulturero. Solo que “la contradicción fundamental” no estu-

vo entre el latifundista y sus siervos o esclavos, sino entre el Rey