promovido al arcediatlato el doctor füavo D&–
vib, ocupó Medrano la silla de Chantre, por
°tra cédula real de
1686.
La sociedad tributaba al canónigo Espinosa
Med1·11no toda clase de consideraciones
y
respe·
tos. El ti>mplo se llenaba de gentío notable
cuando se anunciaba al doctor Lunarejo como
el orador sagrado del día; su voz ere. escuchada,
y
su opinión, fuente de consultas cuotidianni,·
Las casas más ii.ristocráticas se honraban con
mirará. Espinosa. como el a
1
ma. de sus veladas
y
el director sagaz de sus hogares. En el coro
mismo despert6 carifio
y
estimación sin limites.
La secretaría episcopal ponia bajo su amparo
consultas dudosas,
y
Gra
el favurito del obispo
·Molliuedo Angulo, quien se encantaba con la
vasta ilustración del Lunarejo, otigen de una
conversación siempre animada é instructiva.
. El talento se impone cuado va acompañado
de virtud,
Así quedaron avasalladas las preocupaciones
de casta, nacimiento, color
y
fortuna, po1· el
li·
bro
y
la oración. Laureada victoria. que, si se
obtuvo en el ooloninje, debería
si
ntar sus reales
en
la.
nEl'ÓllLIC.\,
haciéndo.nos
pr~cticos,
reuun•