IX
Hemos dado Jijera noticia del doctor Juan
Bravo Dávila
y
Cartajena que en 1687, dos si–
glos justos
há,
fué ascendido
á
arzobispo del
Tucumá.n donde mnri6 presa de la nostalgia de
esas verdes praderas aromadas por las dores de
la
pal/cha,
alegradas por el canto de las
tuyas
y
los tordos; que no alcanz6 á olvidar con los de–
beres de la mitra ni con los hnlagos del nobíe
pueblo argentino.
Como llevamos narrado, Bravo ocupaba el ar-
0ediauato cuando
fué
promovido para el a.rzo.
bispad© donde le esperaba. su sepultura, y Es–
pino.saMedrano debía reemplazarlo en
el
coro,
pero la salud de éste amenguaba de manera rá–
pida é inesperada, tanto, que no llegó
á
ocupar
la silla de arcediano porque la cédula real y
merced respectivas- llegaron en momentos en
que aquel espiritu superioil!ba
ú.
desprenderse
de
Ja
v~stidnra
biórtal que le fué prestada en
eli
elogio
de
su n1aestro.
l:.a censura
t
la
Apologln
de G6n•
gortt hecha por el tluu{tre
de
A.requipa, doctor Maldonado,
·naturnl
do
bima, ea otro ramillete
d~
llores que
perfun11
la
iumba de
Es~iuoaa,