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Discurso I.
cies percibidas por
los
sentidos , se acomoda–
ron
m~jor
en
la inteiigencia de
las cosas
co>n
simbolos representati
v.osde su
signifi.ca–do. Mas infelizmente
la
ignoranda se halla
tan radicada en el hombre.,
qHe
sin mucha
i+istruccion ., apenas da un paso fuera de lo
sensible.
Ell
su prfoci.pio pudiernn estos s!m–
bo los .ayuclar al conocimiento de la cosa
sig–
nificada .; pern _·CGn el
t.iempo, afiadidos slmbo..
los
a
sfmbolos , im1ge!
1.es·a
irmigenes p.ara ma–
yor expHcado11 ,
y
cargada mas ,
y
mas la
.in–
teligencia con aquel10 ·rnn que ·se pretendia ex–
plicar, pa
1
raba la
p~net.racion
del ·pueblo en
esta multitud de sign0s, adelantando poco -,
o
muy
confusamente en su explicacioA. Pondr.e–
rnos de esto
U£11
conveniente exernplo. Lo ines–
erutable de la Eseada
Di
viAa le hiro d:ar
a
mu–
chos antiguos el no·unbre de ·obscma,
y
tene–
brosa. No es imposible
que
queriendo expli–
':!ar este concepto con una imageo ob.scura.,
y
tenebrosa, hayan rnnsigui.entemente imaiginado
el Reyno de Pluto11 ,
y
Proserpina en la inte·
rior obscuridad de la
tierra ,
y
que con el
tiempo fuesea a.dorados por Dioses , lo que en
su principio
nada
mas
fae
que un ·simbolo de
la
Divinidad.
Dos