Discurso III.
fiado en su buena vista, se atreve sin precau–
cioo
.a
examioar entre La esplendiidez de sus r!l–
yos al Sol mismo
l
que hay que esperar sino en
vez de iluminacion ceguedad ,
y
tinieblas en
Iugar. de luz?
,
...
,.
('§.
1 11~
•.,
..
I\)
I
3
No debemos, pues , confundir
Ia
reli–
gion vulgar de Egi pto con los primarips., pun–
tos de
-su
Gred'ulidad : tan
1
moderada parece: en
·esto
1
ultimo' como ridicula· en
lo
primer.a.
No
es esta mera presuncion sacada de las solidas
leyes
de su gobierno polltico ; sino
deducida
de constantes monumemtos historicos sob.re es–
,te particular. Se sabe erai comun en
~gipto
ha
adoracion del Supremo Ser con el nombre
de
Cneph , esto es , Dios oculto ,
o
escondido
a
mortales indagaciones,
y
que daban
a
este Dios
·un
hij o ,
a
quien nombrabarn
Ph
ta;
esto es, Cria-
dor de todas las cosas : Logos , segun ex pre–
sion
griega:
razon,
6
verbo segun ilatina (
1 ).
En
la Ciudad de Say, capital
de
la Provinda
de Sayres en ef inferior Egipto, habia un Tern..
plo dedicado
a
Isis , que es
la
sabidurfa , lo
·mismo que
Ia
Palas de los Griegos ·, y
Mi-
ner-
~
1)
Memorias de Trevoux , afio de
171
o. artic.
81,