158
Discurso II.
,
solo
a
los refugiados. de los Romanos , sino
tarnbien a los nati
VOS
de la Persia' que habian
abrazado la religion del Emperador Romano,
como otros tantos enemigos ocultos del Esta–
do en que dominaba religion diferente. El Em–
perador Constantino informado ., como hemos
dicho , de la multirud de Christianos en aquel
Reyno, y verisimilmente rogado por los PP.
del Concilio de Nicea, escribi6 una carta
a
Sa–
p_or
II.
que al tiempo reynaba en Persia,
en–
comendfodole el favor de la Religion Christiana
en su Reyno. Esta
foe
una maxima muy mal
concertada en aux1Iio de la religion, capaz
de
excitar en la Persia sospechas contra
el
Chris–
tianismo -, y fortificar las
ya
formadas. Estan...
do Sapor
en
vela contra todos los movimien...
tos
del
Romano Imperio , considerando todas
SUS
maximas en ruina de la Persiana Monar–
q
ufa,
no menos debi6 considerar la carta co–
mo un proyecto dirigido al mismo fin.
En
efe.c-·
to
se vi6 que tan lejos de condescender
Sa.. .
por con los ruegos de Constantino ., se encen-–
dio
en la Persia ttna persecucion .contra los.
Christianos, igual
a
las rpayores que hayan
tenido en
toda
la
extension
del
Romano Im·
perio.
Sin