Teologfa de los Caldeos,
y
Persas.
I
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remoto sfmbolo de la divinidad,
y
que los ado–
radores del verdadero Dios ,
J
udios ,
y
Chris~
tian'Os se hayan en alguna religiosa significa–
cion servido de el en sus Templos , como aun
hoy nos servimos , es muy dificultoso creer
-que los Persas se hayan contenido en los ter-
minos de esta religiosidad. Todas las historias
-antiguas nos proponen los Persas como verda-
-deros adoradores del fuego. Los PP. de la Igle·
sia, hablando de la religion de estos Pueblos,
-comunmente lo afirman ;
y
bien que se pue–
·da decir hablan solo segun la voz comun , la
-Historia Eclesiastica con buenos testimonios,
como luego veremos, lo testifica. No debe ad–
mirarnos si
a
unas ideas ' quando no justas,
·COncebidas
a
lo menos segun alguna
razon,
·se hayan juntado un cumulo de supersticio–
nes. Siempre foe,
y
sera comun en la huma–
nidad propasarse de una idea, en su principio
bien formada ,
a
delirantes discursos. La idea
que un hombre forma , bien que por otros
aplaudida, no concibiendose en los precisos
ter–
minos de su nacimiento original, recibe tan–
·tas extensiones , quantos son los discursos, ha–
ciendose
a
lo ultimo un todo monstruoso.
38 Mucho se imputa
a
los Persas en
la
Tom. III.
K
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