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Discurso II.
rías
casualidades -sean _ capaces
de trastorna-r su
regulada
original disposicion.
§.
v.
-~-d
¿Mas
cómo
es creíble ,
dirá
alguno,
=haya -cabido
·- en
la Jmaginacion
humana
con-
cebir
divinidad
en el
mundo ; esto
~s , .deifi–
.c~r
·el
globo-
de
la -tierra ,
y
los
astros
espar–
,cidos
por el
Universo
?
Divinida_d sin anima-·
_cion
no
es posible.
l
Habrá
quien haya
pre–
_tendido
que
el Universo ~sté
animado
?
¿Mas
.qué digo} Divinidad si~
razon,
é
inteligen–
_cia , no es
imaginable.
¿
Y
cómo podrían
cori.;;.
ceptuar
en
las insensibles
masas
de la
ti-erra,
·y
astros ,
razon ,
é
inteligencia
?
Yo no
sé
c_ómo se
persuadieron
á,
_ello ; pero es certí"'!'
~
s.i,mo , que
lo esforzaron
con
razo~es
, -que
no
Jes
pareci~ron despreciables, segun se
conoce
por
el largo discurso que en su prueba pone -
-Ciceron en boca de Balbo , de
secta
Estoica.,
_uno
de
_los
interlocut~res
en·
el
coloquio
,que
.-_allí.
describe _sobre
la
naturaleza
de
los
Di.oses.,
y
de
que
refe~irémos
las mas
principales , que
·_·el
mismo Balbo
-tomó
de
Zenon , Gefe
del
Es!"9
.toidsnio,
entrelazando
á
nuestro
modo :algu–
nas