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colocar allí en verdad,

y

en subs–

tancia ; pero no manifestar si–

no

á

nuestra fé. No digamos mas;

porque todo lo restante , es iocom-–

prehensible

á

nosotros,

y

solo com•

prehensible á quien lo ha hecho. ,

Ved quál es el signo que Jesu–

Christo nos ha dejado : signo ,

en,

el qual reconocemos, que está ver–

daderamente presente ; porque la

palabra nos lo dice ,

y

no es nece–

sario atormentarnos en saber

el mo–

do con que ha,. egecutado lo que

dijo , sino en pensar en

lo

que sig–

nifica: pues que ella tiene en sí mis–

ma la virtud de hacer lo que quiere

Psat.cv1.io.

el

que la embia.

Ha embiado,

dice,

su palabra ,.Y los ha curado;

y

ella

los

ha

arrebatado

de

las manos

de

la

muerte.

Su

pal~bra no es inutil,

pues hace todo quanto la ha orde-

nado.

.

O:id ,

pués , otra vez esta pa–

labta :

E;sto es mi Cuerpo.

Si

solo

huviera querido dej~r un mero

sig–

no, havria dicho:

Est0 es

un

signo,

Si