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puede 'hacerle perder· la riqueza
de
su Sacrificio?
No.Unpoco de pan,
y
un poco de vino le basta para ofre–
cer á Dios el mas augusto Sacrifi–
cio , y para dár
á
todos _los Fieles la
mas magnifica·comida.
Hé
aqui las
verdaderas riquezas de la Iglesia.
No solamente pueden quitarle las
otras ; sino que muchas veces se
deshace de ellas. Alaba á aquellos
Obispos , que por asistir
á
los
Po–
bres se reducian
á
llevar el Cuerpo
de Jesu-Christo en una cestíta ,
y
su Sangre en un frªgjJ yidrio : y
á
los que empleaban los Vasos sagra–
dos en rescatár .\,os cautivos,y com–
prar sitios para
j
enterrar los muer–
tos. Lo que se requiere es zelo
por la honra de los misterios ; y ni
el
oro , ni las piedras preciosas se
<ieben endurar para excitar la reve.:.
renda de los Pueblos. Pero entre
tanto no olvidemos jamás, que ló
que hay verdaderamente rico en es–
te
Sacrificio ,
es
lo que hay en él
mas oculto ,..
y
.mas humilde.
i
Pero
Mi.
qué