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'

. 'I79

puede 'hacerle perder· la riqueza

de

su Sacrificio?

No.Un

poco de pan,

y

un poco de vino le basta para ofre–

cer á Dios el mas augusto Sacrifi–

cio , y para dár

á

todos _los Fieles la

mas magnifica·comida.

aqui las

verdaderas riquezas de la Iglesia.

No solamente pueden quitarle las

otras ; sino que muchas veces se

deshace de ellas. Alaba á aquellos

Obispos , que por asistir

á

los

Po–

bres se reducian

á

llevar el Cuerpo

de Jesu-Christo en una cestíta ,

y

su Sangre en un frªgjJ yidrio : y

á

los que empleaban los Vasos sagra–

dos en rescatár .\,os cautivos,y com–

prar sitios para

j

enterrar los muer–

tos. Lo que se requiere es zelo

por la honra de los misterios ; y ni

el

oro , ni las piedras preciosas se

<ieben endurar para excitar la reve.:.

renda de los Pueblos. Pero entre

tanto no olvidemos jamás, que ló

que hay verdaderamente rico en es–

te

Sacrificio ,

es

lo que hay en él

mas oculto ,..

y

.mas humilde.

i

Pero

Mi.

qué